El pasado 27 de abril se terminó EL programa de tandeo en las cuencas de los ríos Gallinas y Valles, solo bastaron cuatro días para que el riego agrícola hiciera su magia, desaparecieron cascadas y disminuyeron niveles en los ríos.
En la cuenca del río Gallinas, los cañeros aprovecharon hasta el último minuto para desviar el agua y confinarla. La cascada de Tamul, que tardó cinco días en recuperar su caída a inicios de abril, lució esplendorosa durante toda la Semana Santa y Pascua. Fue una postal vibrante para los turistas. Pero terminó el periodo vacacional y con él, el tandeo. A las 00:01 del 27 de abril, los grandes productores agrícolas reanudaron el riego… y en cuestión de cuatro días, Tamul volvió a desaparecer.
En el río Valles la historia es igual de preocupante. El afluente comenzó a usarse para riego el mismo 27 de abril. Para el viernes 2 de mayo, su nivel había bajado 7 centímetros, registrando apenas 41 centímetros, solo uno por encima del nivel crítico. Si esta tendencia continúa, Ciudad Valles enfrentará de nuevo problemas de abastecimiento para consumo humano, sin mencionar el impacto devastador en el ecosistema acuático.
Es cierto: la caña de azúcar sigue siendo la base de la economía regional. Pero esa bonanza tiene un costo que ya no podemos ignorar. El agua, recurso vital para todos, está siendo sacrificada por unos cuantos. Los latifundistas siguen sin tecnificar sus riegos, sin buscar alternativas sostenibles, y siguen exprimiendo los ríos como si fueran inagotables.
Lo más grave es que la ley —vieja y obsoleta— sigue protegiendo al agro por encima del derecho humano al agua, el turismo, el medio ambiente y la vida misma. Mientras no se actualicen las normas y no se ponga un alto a este modelo extractivo, la Huasteca seguirá perdiendo lo más valioso que tiene: su agua, mientras los cañeros riegan sin freno.
Seguiremos informando.
