Imparable se muestra la incidencia delictiva en San Luis Potosí ante la omisión y negligencia de las autoridades que prefieren excusarse y valerse de cuanta excusa les es posible para evadir sus responsabilidades mientras que los potosinos enfrentan los peores niveles de violencia e inseguridad que se han registrado en décadas.
Lo ocurrido entre el pasado viernes y sábado en diferentes regiones del estado potosinos es claro ejemplo de la escalada delictiva que mantiene San Luis Potosí entre balas y sangre pues en menos de 48 horas se tuvo registro de, al menos, 18 ejecuciones cuyas víctimas son personas de diferentes edades, hombres y mujeres por igual.
Igual que terminó septiembre, con homicidios, feminicidios y toda clase de enfrentamientos armados, octubre comenzó con suma violencia; tres ejecutados en Vanegas, dos más en la colonia Casanova de la capital potosina, muy cerca de la Comandancia Norte de la Policía Municipal.
En el camino de Los Llanitos a Los Ángeles, en Rioverde, fue encontrado el cuerpo torturado de un hombre, otras tres ejecuciones se registraron en la colonia Sauzalito, al norte de la capital. Ciudad Fernández también figura en esta lista de horror luego de que asesinaran a un joven a balazos en el camino a San Diego.
Ciudad Valles también se bañó de sangre con el asesinato de un ex regidor a quien rafaguearon a las afueras de su domicilio. Más tarde, se dio a conocer el macabro hallazgo de seis cuerpos sin vida, de nueva cuenta en el municipio de Vanegas y antes de que concluyera el día se reportó el asesinato de un joven en la colonia Santa Fe, en la capital potosina, a quien arrojaron desde un vehículo, esposado y con toda clase de torturas.
San Luis Potosí se ha convertido en un charco de sangre mientras sin que, hasta el momento, se vea una estrategia efectiva por parte de las autoridades correspondientes.
