Columnas

No eres todo lo que piensas

Aprende a dejar ir los pensamientos intrusivos

Vivimos en la era de la mente hiperactiva. Pensamos sin parar, analizamos, interpretamos, anticipamos. A veces, incluso, nos agotamos más por lo que pensamos que por lo que realmente vivimos. Pero entre tanto ruido mental, hay una verdad liberadora que no siempre recordamos: no eres lo que piensas.

Desde la psicología, y particularmente desde enfoques como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), se enseña que los pensamientos son eventos mentales, no hechos. Es decir, pensar algo no lo convierte en verdad, ni mucho menos en una descripción fiel de quién eres. Sin embargo, cuando nos fusionamos con nuestros pensamientos (cuando los tomamos como verdades absolutas) pueden convertirse en barreras que nos limitan, nos angustian o nos paralizan.

La rumiación mental, ese hábito de dar vueltas una y otra vez a los mismos temas sin llegar a ninguna conclusión útil, es un ejemplo claro de esta fusión cognitiva. Podemos pasar horas repitiendo frases como “no soy suficiente”, “todo va a salir mal” o “¿por qué dije eso?”, sin darnos cuenta de que no estamos pensando: estamos siendo atrapados por los pensamientos.

Entonces, ¿cómo salir de ese bucle? ¿Cómo dejar de identificarnos con cada idea que cruza por nuestra mente?

Una de las claves es practicar la defusión cognitiva: aprender a tomar distancia de los pensamientos, observarlos sin engancharnos, sin tratar de pelearlos ni eliminarlos. Aquí van algunas estrategias simples pero poderosas:

  • Nombrar el pensamiento. En lugar de decir “no sirvo para esto”, podemos decir: “estoy teniendo el pensamiento de que no sirvo para esto”. Esa pequeña distancia cambia la relación con la idea: deja de ser una verdad y se convierte en un contenido mental pasajero.
  • Visualizar los pensamientos como hojas en un río. Imagina que cada pensamiento es una hoja que flota y pasa. No necesitas retenerla ni empujarla. Solo observarla. Esta técnica ayuda a reducir el poder emocional de los pensamientos negativos.
  • Hablar en tercera persona. Cambiar el lenguaje interno de “yo soy un fracaso” a “mi mente está diciendo que soy un fracaso” permite reconocer que tu mente, aunque valiosa, también se equivoca, exagera o repite viejos patrones.
  • Meditar o practicar mindfulness. La atención plena nos entrena para estar presentes en el aquí y ahora, sin quedar atrapados por el contenido mental. Nos enseña a ver los pensamientos como nubes que van y vienen, no como el cielo completo.

Recordar que no somos nuestros pensamientos nos devuelve poder. Podemos tener pensamientos de miedo sin ser cobardes, pensamientos de tristeza sin estar rotos, pensamientos autocríticos sin dejar de ser valiosos. La mente dice muchas cosas (algunas útiles, otras no tanto), pero no todas merecen nuestra atención ni nuestra identificación.

Aprender a relacionarnos con los pensamientos con más compasión, distancia y flexibilidad es un paso hacia una vida más libre y coherente con lo que realmente valoramos. Porque, al final del día, no somos lo que pensamos. Somos mucho más.

 

Estefanía López Paulín
Contacto: psc.estefanialopez@outlook.com
Número: 4881154435

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