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Invitan a diplomado que busca construir guiones sociales más equitativos

Con el objetivo de tender puentes comunicantes entre servidoras y servidores públicos, docentes, investigadoras, lideresas indígenas y de organizaciones no gubernamentales, cuyas actividades se relacionan con las agendas de protección de los derechos de las mujeres, inició el diplomado virtual ‘Género, violencia, interculturalidad y políticas públicas’.

Organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de su Coordinación Nacional de Antropología (CNAN), junto con el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM, y la unidad Golfo del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), este ejercicio formativo que sesionará cada viernes, hasta el próximo 17 de diciembre, es una edición regional que da cabida, principalmente, a participantes del estado de Veracruz.

Al dar inicio a la actividad virtual, autoridades de la CNAN reconocieron en esta un “ejercicio de actualidad pero también de una lamentable vigencia”. En el México de hoy, donde “cada tres horas con 25 minutos una mujer es asesinada”, y en donde muchos feminicidios quedan irresueltos judicialmente, es fundamental crear mayores espacios de diálogo que, como un primer paso, hagan visibles las tendencias sistémicas de agresión a la mujer.

Más allá de reconocer también que la violencia de género en México está asociada a la desigualdad social, las autoridades de la CNAN indicaron que el objetivo del diplomado es propiciar, dado que muchas de sus integrantes son funcionarias públicas o activistas, que se generen diálogos en los tres órdenes de gobierno, con el fin de mejorar la operación de los mecanismos de atención a las mujeres, sobre todo, en contextos municipales y regionales.

En la sesión inaugural de la actividad académica –la cual reúne a 86 participantes de la República Mexicana y de países como Ecuador–, participó la investigadora y profesora de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), Florence Rosemberg Seifer, quien para abordar el origen de la violencia de género actual, remontó su exposición a la historia profunda de la misma humanidad.

La autora de Antropología de la violencia en la Ciudad de México (2013) explicó que desde tiempos prehistóricos, a partir del surgimiento de la especie humana hasta aproximadamente el año 3000 antes de Cristo, se tienen evidencias no solo de la ausencia de conceptos modernos como la guerra, sino también de rasgos más igualitarios en lo sexual.

Incluso, dijo, muchos investigadores teorizan que los primeros humanos tenían a la mujer como su principal deidad, de acuerdo con hallazgos arqueológicos como la Venus de Willendorf, cuya antigüedad se calcula entre 22,000 y 24,000 años, o la Venus de Berejat Ram, descubierta en Israel, y para la cual se estima una edad de hasta 280,000 años.

“En una época en la que hombres y mujeres tenían diferentes compañeros sexuales, y en la que, además, se conocía la necesidad del coito vaginal para la fecundación, pero se ignoraban las particularidades masculinas del proceso, por lo cual no había concepto de la paternidad, las mujeres tuvieron un mayor estatus como creadoras de vida”.

No obstante, el surgimiento de los patriarcados se asocia con el de religiones tanto politeístas como monoteístas. En las primeras, ejemplificó, se habla de mitos en los que los hombres se ven obligados a “hurtar” las capacidades reproductivas y/o sexuales de las mujeres debido a un “mal uso o un abuso de las mismas”; en tanto, en los cultos monoteístas, la mujer es anulada de las historias de origen o, en el mejor de los casos, “relegada a un papel de acompañante o derivado de un ser supremo o animal masculino”.

 La investigadora concluyó que la actual violencia de género no puede comprenderse sin asociarla a un guión patriarcal, el cual se reproduce de generación en generación. “Debemos construir guiones más equitativos, que promuevan nuevas formas de vinculación, en los cuales los hombres puedan comprender que lo que han aprendido sobre su masculinidad, está al servicio del poder económico y político y que, a menudo, también promueve la violencia”.

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