
La esclerosis sistémica, también conocida como esclerodermia sistémica, es una enfermedad autoinmune crónica y poco frecuente que afecta el tejido conectivo del cuerpo. Se caracteriza principalmente por el endurecimiento y engrosamiento de la piel, pero también puede comprometer órganos internos como los pulmones, el corazón, los riñones y el tracto digestivo, lo que la convierte en una condición potencialmente grave si no se trata adecuadamente.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel de Estados Unidos (NIAMS), esta enfermedad ocurre cuando el sistema inmunológico ataca por error los tejidos sanos, desencadenando una producción anormal de colágeno. Este exceso de colágeno provoca que los tejidos se vuelvan rígidos y gruesos, afectando su funcionalidad.
Existen dos formas principales de esclerosis sistémica:
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Esclerosis sistémica limitada: afecta sobre todo la piel de las manos, brazos, cara y pies, pero puede tener complicaciones vasculares como la hipertensión pulmonar.
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Esclerosis sistémica difusa: compromete una mayor extensión de piel y es más propensa a dañar órganos internos.
Los primeros síntomas suelen ser el fenómeno de Raynaud (cambio de color en los dedos por frío o estrés), inflamación en manos, endurecimiento progresivo de la piel, fatiga crónica, dolor articular y problemas digestivos como reflujo o dificultad para tragar. Con el tiempo, pueden aparecer complicaciones pulmonares o renales graves.
Aunque su causa exacta aún se desconoce, se sabe que hay factores genéticos, inmunológicos y ambientales que pueden intervenir en su aparición. La enfermedad es más común en mujeres que en hombres, y suele diagnosticarse entre los 30 y los 50 años de edad.
Actualmente, no existe una cura para la esclerosis sistémica, pero los tratamientos disponibles pueden ayudar a controlar los síntomas y prevenir daños mayores. Estos incluyen medicamentos inmunosupresores, vasodilatadores, fisioterapia y cuidados específicos según los órganos afectados.
El diagnóstico temprano y el seguimiento médico especializado son clave para mejorar la calidad de vida de las personas con esta condición. La esclerosis sistémica requiere atención multidisciplinaria, ya que su curso es variable y puede evolucionar de forma impredecible en cada paciente.
Fuentes médicas como la Clínica Mayo y la Sociedad Española de Reumatología coinciden en la importancia de la concienciación y el acceso a tratamientos especializados, especialmente en regiones donde la detección suele llegar en fases avanzadas.
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