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Elucubraciones: El regreso de Claudia ¿Más promesas?

Por El Gato Filósofo

Este sábado 5 de julio, la presidenta Claudia Sheinbaum regresará a San Luis Potosí, apenas unas semanas después de haber puesto en marcha, también en tierras potosinas, uno de los programas insignia de su incipiente gobierno: Salud Casa por Casa. En el papel, la iniciativa promete llevar atención médica a los hogares más necesitados, reducir desigualdades sanitarias y acercar el Estado al ciudadano, pero en la práctica, los resultados han sido tan opacos como preocupantes.

La agenda de la presidenta parece diseñada para proyectar dinamismo y cercanía: una asamblea en el Hospital General de Río Verde, la inauguración de una nueva área en ese mismo hospital, y el corte de listón en la Central de Ciclo Combinado en Villa de Reyes. Una combinación de salud y energía para mostrar que el Gobierno Federal avanza en distintos frentes, sin embargo, lo que salta a la vista es que el regreso tan apresurado a San Luis Potosí también obedece a la necesidad de contener las críticas sobre un programa que, hasta ahora, no ha despegado.

Lo cierto es que Salud Casa por Casa no ha funcionado ni en lo operativo ni en lo simbólico. Médicos y personal contratado denuncian desorganización, falta de capacitación, carencia de medicamentos y ausencia de estrategias claras. En muchos casos, ni siquiera se les ha informado cuál es su rol real o a qué comunidades deben acudir. Se prometió una transformación del sistema de salud desde abajo, pero lo que se ve son brigadas desorientadas, improvisación y falta de recursos. Como ocurre con demasiada frecuencia en México, la intención parece estar por delante de la planificación.

Más preocupante aún es el riesgo de que el programa se convierta en un vehículo propagandístico antes de que logre ser una solución real a la crisis sanitaria del país. Las asambleas y las inauguraciones pueden dar buenas imágenes para redes sociales, pero no sustituyen hospitales bien equipados ni atención médica digna y continua.

La visita presidencial será, sin duda, motivo de titulares y discursos optimistas, pero detrás de esos actos públicos persiste una pregunta que no se puede seguir ignorando: ¿Se está construyendo un sistema de salud funcional, o simplemente se está administrando la apariencia del cambio?

Cavilaciones:

Primera: El funcionamiento de la planta de tratamiento de aguas residuales en el Parque Tangamanga I es de vital importancia. Según reportes, no funciona desde hace meses. La CEA dirá que le toca a la Dirección de los Parques y, en los parques, que no les toca. Las lluvias han arrastrado muchas cosas y deja al descubierto la falta de previsión en temas como el desfogue de los vasos captadores que existen en esta zona. Al no existir más opciones, lo encausan hacia la lateral de Salvador Nava. A estas alturas, nadie puede alegar ignorancia.

Segunda: La Secretaría de Seguridad del Ayuntamiento capitalino detuvo a un supuesto repartidor de la famosa aplicación DiDi Food. El presunto, de nombre Ulises, traía bufet en su mochila naranja. Según la información de las autoridades, el jovenzuelo portaba 95 dosis de marihuana (807.5 gramos), 20 dosis de cristal en piedra (6.4 gramos) y 125 dosis de cristal en polvo (108.1 gramos) ¡Uta, qué buen servicio! Aguzados con lo que piden para comer ¡Miau!

Tercera: Ayer, fue un mal día para McDonald’s. En la sucursal Muñoz, reportaron una fuga de gas que obligó a desalojar a los clientes, mientras que en la de Salvador Nava les clausuraron porque no tienen licencia de funcionamiento. Yo soy un Gato Filósofo y prefiero las hamburguesas callejeras, así que ni me beneficia ni me perjudica, sino todo lo contrario.

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