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El derecho a descansar

Por Estefanía López

Cada 1° de mayo en México celebramos el Día del Trabajo, una fecha que históricamente conmemora la lucha por los derechos laborales y la dignidad de quienes día a día construyen con su esfuerzo el presente y el futuro de nuestras comunidades. Sin embargo, en medio del homenaje al trabajo, vale la pena preguntarnos: ¿sabemos también honrar el descanso?

Vivimos en una cultura que glorifica la productividad, que aplaude las jornadas extensas, la agenda llena y el “no parar”. Frases como “el que descansa, no avanza” o “descansaré cuando me muera” se repiten como mantras en una sociedad que ha confundido el valor del trabajo con el sacrificio constante. En este contexto, tomarse una pausa parece un lujo, y muchas personas sienten culpa al detenerse, como si descansar fuera sinónimo de pereza o de perder el tiempo.

Sabemos que esta mentalidad puede ser profundamente dañina. El descanso no es una pérdida de tiempo, sino una necesidad biológica, emocional y mental. Es el espacio donde el cuerpo se regenera, la mente se ordena y las emociones se procesan. No saber descansar nos lleva al agotamiento, a la irritabilidad crónica, a la desconexión de uno mismo y, en casos más severos, al burnout, una forma de colapso emocional que cada vez afecta a más personas, incluso a edades tempranas.

Descansar no es solo dormir. Es también tener tiempo para uno mismo sin culpa, disfrutar un momento de ocio, desconectarse del celular, mirar por la ventana sin ningún propósito. Es poder decir “hoy no” sin sentir que estamos fallando. Y aunque parezca simple, muchas personas cargan con una voz interna que les impide hacerlo: una exigencia aprendida que dice que siempre hay algo pendiente, que el valor personal se mide por la productividad.

En el marco del Día del Trabajo, es fundamental recordar que el derecho al descanso también es un derecho laboral, emocional y humano. Celebrar el trabajo también es reconocer que ningún ser humano puede (ni debe) funcionar como una máquina. El rendimiento sostenible no viene de trabajar más, sino de trabajar mejor, con pausas reales y límites claros.

Reaprender a descansar es, en cierto sentido, un acto de rebeldía frente a un sistema que constantemente nos empuja al “hacer más”. Es también un acto de autocuidado y amor propio. Permitirse parar no significa dejar de avanzar, sino recuperar la energía para hacerlo con claridad y bienestar.

Así que este 1° de mayo, además de honrar el trabajo, regalémonos un momento de descanso genuino. No para escapar, sino para reconectar. Porque también merecemos una vida donde no solo se valore lo que hacemos, sino también cómo nos cuidamos al hacerlo.

 

Estefanía López Paulín
Contacto: psc.estefanialopez@outlook.com
Número: 4881154435

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