Altanera y prepotente se estrenó Yolanda Cepeda como secretaria general del PRI. Apenas lleva cuatro días en el cargo y los priistas ya se arrepintieron. Sus primeras acciones se enfocaron al despido de, por lo menos, diez empleados del tricolor.
Con el pecho saltado, empoderada, Yolanda Cepeda se ha tomado enserio su papel de secretaria general del PRI, pero para lastimar a la militancia, comenzando por el despido de diez empleados que piensa sustituir con amigos y recomendados de la Huasteca, cuyos nombres ha mencionado en algunas reuniones.
Parece que la Cepeda quiere adelgazar, por esa razón ordenó que quiten la maquinitas de dulces y golosinas que se está a la entrada del edificio ubicado en avenida Luis Donaldo Colosio, con el pretexto de que “da muy mal imagen y gasta mucha luz”.
Sorprendidos, los empleados del ex partidazo no cabían de sorpresa cuando la funcionaria partidista hizo una rabieta porque no había café de Xilitla, que es el único café que ella toma.
El personal está asombrado de la mala educación de la ex alcaldesa de Aquismón y temen represalias ya que es de todos conocido su afán vengativo y su debilidad por inventarle delitos a las personas y hostigarlos a través de sus colaboradores que incluyen a su ex jefe de la policía en Aquismón, Edgar Quintero Badillo.
Según versiones de priistas, ni Elias Pesina los trata tan mal, como la secretaria general que llegó haciéndose la amable y la graciosa, pero en tan sólo cuatro días enseñó el cobre, la mala educación y los efectos negativos que hace en ella el poder y que la convierte en una persona prepotente y grosera.
