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Voracidad desmedida

Por Ramón Ortiz Aguirre

«Esse oportet ut vivas, non vivere ut edas»
(Hay que comer para vivir y no vivir para comer)
Cicerón

En San Luis Potosí estamos viviendo un sexenio muy particular. Nunca imaginamos que el derrotero de este estado se enfocaría en el aprovechamiento de las bases sociales que han cambiado su dignidad por una serie de dádivas que no serán eternas y que, muy probablemente, terminarán cuando llegue un nuevo gobernante. Sin embargo, los promotores de este panorama dadivoso saben bien que no queda mucho tiempo en el gobierno y deben acrecentar rápidamente su poder para que sus bases electorales salgan a las calles esgrimiendo sus banderas de combate. Aunque ahora están arriba, ¿no recuerdan aquello que dice que “todo lo que sube tiene que bajar”?

La frase anterior suele adjudicársele a Sir Isaac Newton y su ley de la gravedad, aunque en realidad no esté expresada en ninguna ley de la física. Se trata más bien de una expresión popular que describe un principio general de la naturaleza y la vida. Se asemeja a la idea de la gravedad, donde los objetos son atraídos hacia abajo, o a ciclos naturales como las estaciones del año, donde hay ascensos y descensos. También se aplica a situaciones sociales y económicas, sugiriendo que los aumentos o picos son temporales y eventualmente conducen a una disminución o corrección.

Si algo no podemos negar del actual régimen estatal, es la voracidad desmedida con la que han ido acaparando todo lo que está a su alcance. Desde lo más insignificante hasta lo más complejo en nuestra geografía, todo es para ellos. A quienes hoy tienen el poder, poco o nada le han importado los llamados a la austeridad republicana del expresidente AMLO y los de la actual presidenta Claudia Sheinbaum. Tampoco han hecho caso de la propuesta de no permitir más nepotismo en los cargos públicos ni en las candidaturas de los miembros de sus familias.

La voracidad implica un apetito insaciable, un deseo intenso de consumir, e incluso una capacidad de destrucción rápida. Son voraces quienes consumen con mucha rapidez y sin moderación; se trata de una falta de moderación y un deseo intenso por absorber y poseer: en los animales, generalmente se refiere a la alimentación, pero en los políticos significa, sin duda, que es un deseo ávido por poseer, acaparar y ostentarlo todo, sobre todo el poder.

Quienes hoy mandan en San Luis Potosí se demuestran todo el tiempo como «hombres voraces». Se dedican a hacerse de todo con una ansiedad alarmante y de forma desmesurada. Son ostentosos de sus riquezas y de todo lo que pueden hacer sin dar explicaciones a nadie, y todo sin importarles para nada las consecuencias. Un problema grave de este comportamiento es que los ciudadanos ya estamos pagando el costo de estos comportamientos, algo que es palpable en la destrucción que hoy vivimos.

¿Cuánto durará esta voracidad desmedida? Nosotros, las víctimas, esperamos con paciencia que ojalá eso ocurra en 2027. Tal vez entonces nos soplen otros vientos y cambios en las dietas políticas.

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