La vitamina E es un nutriente esencial conocido por sus fuertes propiedades antioxidantes, que protegen las células del cuerpo contra el daño causado por los radicales libres y contribuyen a la prevención de enfermedades cardiovasculares al evitar la oxidación del colesterol LDL y fortalecen el sistema inmunológico.
Además, la vitamina E es importante para la salud de la piel, la regeneración celular y la protección ocular, así como para el buen funcionamiento muscular y neurológico.

Esta vitamina se encuentra en una variedad de alimentos, siendo las mejores fuentes los aceites vegetales como el de girasol, maíz y soja, además de frutos secos como almendras, avellanas y pistachos. También aportan vitamina E alimentos como la margarina, mantequilla, aguacate, espinacas y algunos pescados como el salmón.
Incorporar dichos alimentos en la dieta diaria ayuda a mantener niveles adecuados de vitamina E para preservar varias funciones corporales esenciales.

Por su parte, la deficiencia de vitamina E puede provocar problemas de salud serios, tales como anemia, alteraciones neuromusculares, cataratas y trastornos en el sistema inmunológico. También puede afectar la absorción de nutrientes y causar daños en órganos como el hígado y los pulmones.

