A menos de un año de que inicie la Copa del Mundo 2026, la violencia en el futbol mexicano volvió a encender las alarmas sobre la capacidad del país para garantizar la seguridad durante el torneo que organizará junto a Estados Unidos y Canadá.
Este fin de semana, en la quinta jornada del Torneo Apertura, una pelea entre aficionados en el Estadio de Guadalajara, una de las sedes mundialistas, se salió de control después de la derrota de las Chivas 1-2 frente a Juárez FC. Entre los heridos se encontró el hermano del delantero Ángel Zaldívar, quien terminó con la nariz rota, según imágenes difundidas en redes sociales.
El club tapatío informó que los involucrados fueron identificados y detenidos por la policía local, además de recibir atención médica. Ninguna de las víctimas presentó denuncias formales. El estadio albergará el próximo 18 de junio un partido de la selección mexicana, que debutará el día 11 en el Estadio Azteca.
Los hechos no se limitaron a Guadalajara. El sábado, en Monterrey, tras la victoria del América 1-3 sobre Tigres UANL, otra riña fue captada en video, donde se observa a un aficionado pateando en la cabeza a otro mientras estaba en el suelo. Aunque el inmueble mundialista en esa ciudad será el de los Rayados, los hechos reavivaron las dudas sobre el ambiente de seguridad en los estadios mexicanos.
A ello se sumó la violencia en Puebla, donde el partido entre Puebla y San Luis inició con retraso tras un tiroteo en las afueras del Estadio Cuauhtémoc, que dejó como saldo una mujer muerta y otra herida.
México será sede de 13 partidos del Mundial 2026, incluido el inaugural en el Estadio Azteca, que hará historia al convertirse en el primero en recibir tres Copas del Mundo, tras 1970 y 1986. El Azteca albergará cinco encuentros, Monterrey cuatro y Guadalajara cuatro más.
Aunque la Federación Mexicana de Futbol y la Liga MX han condenado la violencia, los recientes episodios generan interrogantes sobre las medidas que deberán implementar las autoridades para garantizar un Mundial en paz.
