Juanjo Flores comparte una reflexión para este cierre de 2025, un momento en el que inevitablemente surgen balances personales: lo que se logró, lo que quedó pendiente, los aciertos, las frustraciones y los obstáculos enfrentados a lo largo del año.
En medio de ese recuento, la invitación es a soltar el juicio. Desde una mirada espiritual, las experiencias no se observan como errores, sino como parte de un proceso de aprendizaje y evolución. Incluso las situaciones más dolorosas aportan conciencia y crecimiento, y revelan la fortaleza interior con la que cada persona ha transitado su propio camino.
Un eje central de esta reflexión es el poder de elección. Cada vivencia fue enfrentada desde una decisión personal, y ese mismo poder sigue disponible para elegir de nuevo cuando una situación ya no genera bienestar. Elegir distinto implica hacerlo desde la conciencia, no desde la culpa ni la autocrítica.
Como ejercicio simbólico, se propone retirar la energía de los distintos espacios de la vida —relaciones, trabajo, hogar, amistades y finanzas— para recuperar la fuerza personal. Este acto de introspección permite observarse con mayor claridad y reconectar con la propia energía sin juzgarla.
El cierre del año también es una oportunidad para escribir todo lo vivido durante 2025, tanto lo positivo como lo difícil, reconociendo el valor de cada experiencia. Al hacerlo, se invita a entregar esas vivencias de manera consciente, liberando cargas emocionales, miedos y pensamientos que ya no aportan equilibrio.
La visualización de una luz violeta envolviendo el cuerpo simboliza la transmutación y la apertura a una nueva etapa marcada por la armonía, la paz interior y la prosperidad. Este proceso busca preparar el camino para un nuevo ciclo vivido desde mayor serenidad y conexión personal.
Juanjo Flores, desea que el 2026 sea recibido con conciencia, calma y una renovada energía para seguir avanzando.
