
Desde su aparición en la década de 1970, el CGI (Computer Generated Imagery o imágenes generadas por computadora) ha revolucionado la manera en que se cuentan historias en la pantalla. Esta técnica permite crear efectos visuales digitales que van desde escenarios y personajes hasta explosiones y mundos completamente ficticios, con un realismo que ha evolucionado constantemente con la tecnología.
Uno de los hitos históricos del CGI fue la película Tron (1982), seguida por obras pioneras como Jurassic Park (1993), donde los dinosaurios creados digitalmente marcaron un antes y un después en los efectos especiales. A lo largo de las décadas, el CGI se ha convertido en una herramienta indispensable en producciones cinematográficas, televisivas y videojuegos.
Entre sus características principales destacan la posibilidad de generar imágenes imposibles de capturar en la vida real, la capacidad de crear mundos enteros desde cero y la facilidad de integración con elementos reales a través de técnicas como el motion capture o la composición digital. Hoy, el CGI no solo entretiene: también educa, simula realidades médicas, arquitectónicas o científicas, y amplía los límites de la imaginación visual.
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