
La somatización es un fenómeno en el que una persona presenta síntomas físicos reales, como dolor o fatiga, sin que exista una causa médica clara. Aunque tradicionalmente se consideraba un diagnóstico de descarte, hoy se entiende que estos síntomas surgen de la interacción profunda entre la mente y el cuerpo. El estrés crónico, la ansiedad y los traumas no procesados pueden manifestarse físicamente cuando las emociones no se expresan adecuadamente.
En las últimas décadas, el avance en la comprensión de la somatización ha llevado a cambios significativos en su diagnóstico y tratamiento. Actualmente, el DSM-5 incluye el trastorno de síntomas somáticos, que evalúa el impacto emocional y conductual de los síntomas, no solo la ausencia de enfermedad física. Además, la terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser eficaz para ayudar a los pacientes a manejar sus síntomas mediante la mejora en la regulación emocional y cambios en sus pensamientos sobre la salud.
También se reconoce que la expresión somática de malestar puede variar según factores culturales, donde en algunos contextos es más aceptado manifestar el sufrimiento a través del cuerpo. Por ello, los tratamientos se adaptan para ser culturalmente sensibles. La somatización es una manifestación legítima del sufrimiento psicológico y requiere un enfoque interdisciplinario que integre biología, psicología y cultura, utilizando herramientas actuales para validar y acompañar a quienes la padecen.