
La creciente preocupación por las emisiones de gases de efecto invernadero ha llevado a muchos viajeros a cuestionar el impacto ambiental de sus viajes, especialmente en el sector del turismo, que contribuye hasta un 11 por ciento de las emisiones totales de CO2 a la atmósfera anualmente.
Una opción que ha ganado popularidad entre los viajeros es la compra de compensaciones de carbono, una inversión en proyectos o acciones que ayudan a contrarrestar las emisiones de carbono generadas por los vuelos y otras actividades. Aerolíneas como Delta, United y British Airways ofrecen la opción de pagar un pequeño recargo para compensar las emisiones de carbono de los asientos de sus vuelos. Sin embargo, este enfoque ha generado críticas y preguntas sobre su efectividad y transparencia.
El 38 por ciento de los encuestados considera que pagar el recargo opcional es una buena idea, aumentando al 48 por ciento entre los millennials. Sin embargo, algunos expresan la necesidad de más información sobre los beneficios reales y el destino del dinero.
A pesar de las dudas, la compensación de carbono está siendo abordada por los mayores contaminantes del planeta. Las aerolíneas internacionales tuvieron que compensar en 2021 sus emisiones de CO2 según el Sistema de Compensación y Reducción de Carbono para la Aviación Internacional de la ONU. Además, más de 200 empresas y 100 países se comprometieron a ser neutrales en carbono para 2050 o antes.
¿Cómo funcionan las compensaciones de carbono? Se trata de una inversión en proyectos que reducen o compensan emisiones de carbono equivalentes a las generadas por el vuelo. Por ejemplo, proyectos que sustituyen cocinas de fuego abierto por estufas más eficientes, reduciendo así el consumo de madera y las emisiones de carbono.
Sin embargo, surge la pregunta sobre si las compensaciones de carbono realmente marcan la diferencia a largo plazo. Los expertos advierten que no deben sustituir a la reducción de emisiones y que es crucial verificar la efectividad y transparencia de los proyectos respaldados por las compensaciones.
Una alternativa prometedora a las compensaciones de carbono tradicionales es la captura directa de carbono, que implica retirar el carbono de la atmósfera y almacenarlo en la tierra o utilizarlo como materia prima. Aunque esta tecnología aún enfrenta desafíos, ofrece una solución más concreta y eficiente para reducir las emisiones de carbono.
Los viajeros pueden contribuir a la acción climática optando por aviones comerciales más grandes, viajar en aviones llenos y compensar sus emisiones mediante donaciones a proyectos de captura de carbono. Además, fomentar la inversión en tecnologías de captura de carbono podría acelerar la transición hacia un turismo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente.
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