Ciudad Valles, S.L.P.– En el ejido Tanculpaya, el preescolar “Benito Juárez” sigue siendo ejemplo del abandono educativo en la Huasteca. La Secretaría de Educación del Gobierno del Estado (SEGE) presume soluciones, pero lo que entregó fue una burla: un aula móvil vieja, deteriorada y peligrosa para los niños indígenas que ahí estudian.
Hace unos meses, los pequeños tomaban clases en un salón improvisado de láminas y palos de madera, sin ventilación ni condiciones mínimas. Padres de familia hicieron lo imposible por acondicionarlo, mientras la SEGE miraba a otro lado. Solo cuando la presión creció y la Comisión Estatal de Derechos Humanos intervino, enviaron un aula móvil… pero al estilo de la burocracia: de noche, un día antes de terminar el ciclo escolar y sin verificar que cupiera en el terreno. La dejaron tirada sobre la calle y se marcharon, dejando el problema a la comunidad.
Dos días después, fue el Ayuntamiento de Ciudad Valles quien tuvo que intervenir, desmontar y nivelar el terreno, y colocar con grúas el aula en su lugar. La SEGE no movió un dedo.
Ahora, a semanas de que inicie el ciclo escolar, el “regalo” de la SEGE está convertido en otro problema: el aire acondicionado no funciona y requiere mantenimiento urgente; el piso de madera está roto con huecos peligrosos; dentro del aula hay fierros viejos y oxidados; la puerta está inservible y tendrá que ser reemplazada por una más segura; y además hacen falta pupitres nuevos.
Una vez más, será el Ayuntamiento de Valles quien destine recursos públicos para rehabilitar lo que debió entregarse en condiciones óptimas desde un inicio. La SEGE, responsable de garantizar infraestructura escolar digna, optó por lavarse las manos y pasar la carga al municipio.
Así, en Tanculpaya, los niños indígenas siguen siendo víctimas de la negligencia oficial, SEGE promete soluciones, pero entrega chatarra y obliga a otros a limpiar su desastre.
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