
En política, como en los malos matrimonios, hay parejas que discuten todos los días, que se lanzan indirectas en público y hasta se declaran la guerra en privado, pero a la hora de la verdad, no pueden separarse porque, simplemente, no sobreviven por sí solas. Ese es el caso de Morena y el Partido Verde en San Luis Potosí.
Ahí están los discursos recientes; el diputado federal Gabino Morales, con su tono de estadista, advierte que dividirse sería un suicidio. Ignacio Morquecho Segura, líder local del Verde, responde con cortesía que la alianza ha servido, pero que ellos también saben caminar solitos. Puro juego de espejos, pues ambos saben que sin coalición, Morena vuelve a morder el polvo y el Verde pierde la proyección nacional que tanto disfruta.
No hay que darle tantas vueltas. La historia electoral de Morena en San Luis Potosí es clara; cada vez que han ido solos, han perdido. En 2021 con Mónica Rangel; en 2024 con Rita Ozalia, y ni qué decir de la larga lista de municipios y distritos donde el Verde les ha pintado la cara. ¿De verdad alguien cree que Morena, debilitado en el estado, puede ganar sin el músculo local de los verdes? Y es que no hay que buscarle mucho para darse cuenta de que Morena simula, mientras que el Verde ha sabido construir estructuras muy sólidas.
En este escenario y con mucha astucia, el Verde juega al coqueteo, reconoce que la alianza ha sido rentable, basta recordar que juntos se llevaron seis de siete distritos federales en la última elección, pero se reserva el derecho de levantarse de la mesa si no le ofrecen suficiente en el reparto. Es la típica estrategia de quien sabe que tiene la sartén por el mango.
Al final, ni Morena puede ganar sin el Verde, ni el Verde puede crecer nacionalmente sin Morena. Se necesitan, aunque lo disfracen de procesos internos o de decisiones que vendrán desde la dirigencia nacional. Lo demás es teatro. Y mientras tanto, la oposición observa, con la esperanza de que este matrimonio disfuncional decida, por orgullo, dormir en camas separadas.
El problema para Morena es que, en San Luis Potosí, juega en desventaja. No es el partido fuerte, no tiene la estructura territorial suficiente y carga con dos derrotas dolorosas que aún huelen a fracaso. Si no aprenden la lección y se dejan arrastrar por pleitos domésticos, la historia volverá a repetirse. Y entonces, como en toda separación mal planeada, no faltará quien termine preguntando si valía la pena el berrinche.
Cavilaciones:
Primera: Sara Rocha Medina, presidenta del Congreso del Estado, se ausentó de su responsabilidad justo durante los trascendentes actos en los que los magistrados del nuevo Poder Judicial rindieron protesta y tomaron posesión del cargo. Ante las intrigas, Rocha emitió un comentario en sus redes sociales en cuyo mensaje aseguró que se retiró para atender un asunto personal. No, pues ¡Miau!
Segunda: El Gobierno Federal va en serio con eso de la revisión de las pensiones doradas que se dan algunos funcionarios que reciben el beneficio sin que haya congruencia con los salarios que devengaron. En la mira están los beneficiarios de pensiones de Pemex, CFE, Luz y Fuerza del Centro y otras instituciones que jubilaron a sus titulares con pagos mensuales, en algunos casos, de hasta un millón de pesos.
Tercera: La Vía Alterna, obra recién estrenada y que conecta con la Zona Industrial de la capital potosina, desde avenida Juárez hasta la carretera 57 por el Eje 122, registró un inconveniente en el tramo que construyó el Gobierno Federal. Enormes piedras se desprendieron, lo que provocó que la vía estuviera bloqueada todo el día. Técnicamente, no existe aún un peritaje, pero ya se ve que los constructores que le trabajaron al gobierno de AMLO son chafas y chambones ¡Grrrr!