
Las aftas, también conocidas como úlceras bucales, son pequeñas lesiones redondeadas y dolorosas que aparecen en el interior de la boca, especialmente en las mejillas, encías, lengua o parte interna de los labios. Aunque no son contagiosas ni peligrosas, pueden ser muy molestas, especialmente al comer, hablar o cepillarse los dientes. Muchas personas las padecen de forma ocasional, pero pocas saben con certeza por qué se forman.
¿Cómo se reconocen las aftas?
Las aftas suelen tener un aspecto blanco o amarillento en el centro, rodeado por un borde rojo e inflamado. Pueden variar en tamaño, pero por lo general miden menos de un centímetro. Suelen durar entre 7 y 14 días y, aunque desaparecen solas, el dolor que provocan puede interferir con la vida diaria.
¿Por qué salen las aftas?
La causa exacta de las aftas no siempre es clara, pero se sabe que hay varios factores que pueden contribuir a su aparición. Algunos de los más comunes son:
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Lesiones en la boca: Un mordisco accidental, un cepillado muy fuerte o el roce constante de un aparato dental pueden causar una herida que se convierte en afta.
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Estrés y ansiedad: Las alteraciones emocionales y el cansancio pueden debilitar el sistema inmunológico, facilitando la aparición de estas lesiones.
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Deficiencias nutricionales: La falta de ciertas vitaminas y minerales, como hierro, vitamina B12 o ácido fólico, está relacionada con la aparición frecuente de aftas.
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Cambios hormonales: Algunas personas, especialmente mujeres, notan aftas durante el ciclo menstrual o el embarazo.
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Alergias o sensibilidad a alimentos: El consumo de alimentos ácidos, picantes o muy salados, como tomates, piña, nueces o chocolates, puede desencadenar aftas en personas sensibles.
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Enfermedades del sistema inmunológico: En casos más raros, las aftas pueden estar relacionadas con enfermedades como el lupus, la enfermedad celíaca o el síndrome de Behçet.
¿Cómo se pueden prevenir o aliviar?
Aunque no siempre es posible evitar que salgan, hay varias formas de reducir el riesgo de aftas o aliviar el malestar cuando ya están presentes:
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Mantener una buena higiene bucal con cepillos suaves.
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Evitar alimentos muy irritantes cuando hay lesiones.
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Reducir el estrés con técnicas de relajación o descanso adecuado.
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Consultar a un médico si las aftas son muy frecuentes, grandes o tardan en sanar, ya que podrían ser signo de un problema de salud más serio.
En casos leves, se pueden usar enjuagues bucales, cremas o geles especiales para calmar el dolor. También es útil hacer enjuagues con agua salada o bicarbonato de sodio diluido en agua.