
El dolor de corazón no siempre está relacionado con problemas médicos. En muchas ocasiones surge de experiencias emocionales como la ruptura de una relación amorosa, la distancia de un ser querido o el fin de una amistad. Esta sensación, conocida como dolor emocional, puede ser intensa y afectar tanto al estado de ánimo como a la salud general.
Especialistas en psicología destacan que lo primero es reconocer la emoción y permitirse sentirla, en lugar de reprimirla. Negar el dolor solo retrasa el proceso de recuperación, mientras que aceptar la tristeza abre la posibilidad de trabajar en ella y superarla.
El autocuidado se convierte en una herramienta fundamental. Dormir bien, alimentarse de manera adecuada y realizar actividad física son hábitos que fortalecen la mente y el cuerpo en momentos de vulnerabilidad. De igual manera, canalizar los sentimientos a través de la escritura, la música o el arte puede convertirse en una vía de desahogo.
El apoyo social también desempeña un papel esencial. Compartir la experiencia con amigos, familiares o grupos de confianza brinda contención emocional y evita el aislamiento. Aunque el tiempo es el principal aliado en la sanación, rodearse de compañía positiva ayuda a que el dolor se transforme en aprendizaje y resiliencia.