
El primer domingo de junio, por primera vez en México, elegiremos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), jueces federales, magistrados estatales y jueces de primera instancia.
Se trata de un proceso en el que los mexicanos mayores de edad, en pleno uso de sus facultades, deberán acudir a las urnas para elegir a los hombres y mujeres que, en adelante, se encargarán de impartir justicia.
Personalmente, creo que la reforma judicial que impulsó el expresidente Andrés Manuel López Obrador y que pretende consolidar Claudia Sheinbaum es un Frankenstein; o lo que es lo mismo: quienes resulten ganadores de la elección del primero de junio formarán parte del mismo infierno, pero tendrán que convivir con otros demonios.
La pretendida independencia del Poder Judicial no es otra cosa más que un perverso juego del poder político que el partido Morena quiere expandir como parte de sus dominios.
Busca el Poder Ejecutivo apropiarse de un poder que ya era suyo. En ese afán, los morenistas buscan construir un nuevo poder con base en restos de cadáveres políticos, abogados y aliados que, a final de cuentas, construirán un monstruo cuyos alcances no se ven aún.
La leyenda dice que, obsesionado por el conocimiento y la vida, el científico Víctor Frankenstein crea un ser reuniendo partes de cadáveres; una vez concluido el humano de parches, no solo es rechazado por su propio creador y por la sociedad, sino que el invento lleva a la tragedia a ambos.
El destino del Poder Judicial en México no será la lápida de la democracia, pero sí es un mal mayor: una especie de embolia política que dejará secuelas de largo alcance.
Los nuevos jueces, magistrados y ministros llegan a un poder plagado de mafias pequeñas y grandes de empleados, abogados, actuarios, secretarios y litigantes.
Llegarán a enfrentar resistencias de una burocracia dorada, de núcleos grandes de amigos y familiares que se han insertado en el poder a lo largo de los años y, por si fuera poco, a enfrentar problemas presupuestales, porque el Poder Ejecutivo siempre ha tenido ese control, mismo que le ha bastado, hasta ahora, para inclinar la balanza de la justicia para donde sea necesario.
Si los nuevos jueces, magistrados y ministros le van a deber a algún partido su posición porque les van a movilizar votantes, malo; si no, peor, porque nadie sabe cómo lograrán los sufragios suficientes para ocupar sillas de tal envergadura.
Votar o no votar, ese es el dilema. La complejidad con la que fue elaborado el sistema alimenta el abstencionismo.
Los hombres y mujeres encargados de impartir justicia en el futuro serán hijos del abstencionismo y la ambición política, nunca de la democracia o de la voluntad del pueblo.
Si este es el gobierno que merecemos, ¡buen provecho!
P.D.1.- Cuentan que, cuando asiste a ocupar las oficinas de la presidencia municipal de Catorce, Javier Sandoval Torres llega en helicóptero y, muy orondo, se baja con cuidado para no lastimar sus botas de lujo. El edil aparece de vez en cuando en el pueblo y, si alguien le quiere reclamar su ausencia y falta de trabajo, inmediatamente desenfunda su influencia con una gente mala, muy mala. ¡Ay, qué mello!
P.D.2.- Los abusos en estancias infantiles y asilos de ancianos crecen todos los días sin que autoridad alguna se haga responsable. El caso de la bebé que falleció en la Estancia Infantil “Los Reyes”, en Matehuala, tiene un gran tufo a impunidad. Sin aviso previo, apenas pasó la tragedia y el local fue abandonado por la dueña, de nombre Diana Brisbane García Camarillo. La señora es prima del delegado de COEPRIS en la Jurisdicción Sanitaria número II con sede en el mismo Matehuala, José Luis Martínez. “Justicia para Idaliz” es el grito desgarrador de la madre que confió a su pequeña a una institución que se la entregó sin vida.
P.D.3.- Martín Toranzo fue mi amigo. Corría el mes de mayo de 2010 cuando fue agredido a balazos Rosendo Pazzi Pacheco, exalcalde de Tamazunchale y exdiputado local. Su agresor le pegó un tiro en la cara, así que vino a parar al Hospital Central. Por azares del destino, yo andaba por ahí y me topé con Martín en un pasillo: “¿Vienes a ver a Pazzi?”, me soltó con su característica voz fuerte. Ni me dejó responder; acto seguido me dijo, palabras más, palabras menos: “Ya se salvó ese cabrón, no le tocaba; la bala le cruzó la cara, pero ya lo operé, está fuera de peligro; le rozó la garganta, pero la bala ondeó y va a vivir sin problemas.” Así era Martín, ave de tempestades. Fue el primer decepcionado por el gobierno de su hermano Fernando, al que acusó de corrupto y para quien pidió cárcel. No se le hizo, pero eso ya es otra historia. Buen viaje, Martín.
P.D.4.- Según los bien enterados, la CFE en San Luis Potosí muy pronto dará de qué hablar, y no es chisme. ¡Uuufff!
Hasta la próxima.