
El mundo del rock está de luto. Este martes se confirmó la muerte de Ozzy Osbourne, icónico líder de Black Sabbath y figura fundamental del heavy metal, a los 76 años. La noticia fue compartida por su familia, quienes solicitaron respeto y privacidad en este momento difícil. “El Príncipe de las Tinieblas” falleció rodeado de sus seres queridos, pocas semanas después de haber ofrecido su última y emotiva presentación en Villa Park, su natal Birmingham.
Durante ese concierto, promocionado como “el mejor show de heavy metal de la historia”, Ozzy se reunió por última vez con sus compañeros de banda Geezer Butler, Tony Iommi y Bill Ward. Desde un trono, debido a su delicado estado de salud, interpretó cinco canciones que encendieron la pasión de miles de fanáticos. Fue un adiós anunciado: en pleno escenario, Osbourne confirmó que esa sería su última actuación, una despedida cargada de emoción tras años de lucha contra el párkinson, enfermedad que hizo pública en 2020.
Nacido como John Michael Osbourne en 1948, Ozzy tuvo una vida marcada por la adversidad. Abandonó la escuela a los 15 años y desempeñó diversos oficios antes de formar Black Sabbath en 1968, banda con la que redefinió los límites del rock. Su voz inconfundible, presencia escénica provocadora y carisma oscuro lo convirtieron en una leyenda del género.
Aunque su legado musical es inmenso, pocos recuerdan que Black Sabbath estuvo a punto de marcar un hito en México en 1989, cuando se anunció un concierto en San Luis Potosí. Por presiones políticas y religiosas, el evento fue cancelado apenas un día antes, privando a miles de fans de presenciar la histórica presentación.
La música perdió hoy a una de sus figuras más emblemáticas, pero el legado de Ozzy vivirá en generaciones de artistas y fanáticos que encontraron en su arte una forma de rebelión, identidad y libertad.
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