
Ciudad Valles, S.L.P. — Con una profunda mirada de paz y una voz serena cargada de emoción, el obispo emérito Roberto Octavio Balmori Cinta celebró este miércoles 23 años de vida episcopal, rodeado de fieles, sacerdotes y amigos que acudieron a la Catedral de Ciudad Valles para acompañarlo en una misa de acción de gracias a las 12 del mediodía.
Durante la homilía, monseñor Balmori expresó su gratitud a Dios por haberlo sostenido a lo largo de estas más de dos décadas como obispo. Con humildad, recordó que fue en el año 2002 cuando recibió su ordenación episcopal, y hoy, a la distancia, reconoce con claridad el propósito divino en su vida.
“Doy gracias a Dios por tantos beneficios, por haberme concedido las gracias necesarias para seguirlo, para amarlo, y para seguir amando a mis hermanos. Esta vocación solo puede vivirse si en el corazón llevamos el amor de Cristo”, compartió con voz firme pero cálida. “Agradezco sus oraciones, sus felicitaciones. Le pido al Señor por todos ustedes, por aquellos a quienes me envió en estos años, por la Iglesia, por el Santo Padre, por nuestro obispo diocesano, para que todos sepamos cumplir con esta misión que el Señor nos ha dado”.
El trayecto de fe y servicio de monseñor Balmori no comenzó en Ciudad Valles, sino en Roma, cuando en mayo de 1970 fue ordenado sacerdote por el Papa Pablo VI en la Basílica de San Pedro. Un momento inolvidable no solo para él, sino para su madre, quien viajó hasta Europa para acompañarlo y entregarlo, con amor y fe, a la Iglesia de Dios.
A su regreso a México, su primera misión fue en la iglesia de San Miguel Arcángel en Aquismón, donde no solo evangelizó, sino que se adentró en las comunidades tének, aprendió su lengua, respetó su cultura y se ganó el cariño de la gente. Conocedor profundo del alma huasteca, caminó junto a las comunidades indígenas con respeto y convicción.
Luego, su ministerio lo llevó a la capital del país, a Veracruz, y finalmente al gran encargo de su vida: ser el sexto obispo de la Diócesis de Ciudad Valles, nombrado por el Papa Juan Pablo II. La ceremonia de su ordenación episcopal fue un acontecimiento histórico, realizada en el parque Guadiana en junio de 2002, con la presencia de miles de fieles de los 25 municipios que conforman la diócesis, así como de arzobispos y obispos de todo el país.
El cardenal Adolfo Suárez Rivera, Arzobispo de Monterrey, fue quien le impuso las manos en la ordenación episcopal, sellando el inicio de una etapa pastoral en la que monseñor Balmori se distinguió por su cercanía, su fe inquebrantable y su entrega total.
Hoy, a sus más de 50 años de vida sacerdotal, y 23 como obispo, Roberto Balmori sigue siendo un referente espiritual. Su historia está marcada por el compromiso, la fe profunda y una vocación que no cesa. Incluso su familia refleja esa vida de entrega: sus padres, don Eugenio Balmori y doña Marina Cinta Sarrelange, originarios de Coatzacoalcos, Veracruz, están en proceso de canonización.
En una época donde la fe a veces parece debilitarse, el ejemplo de monseñor Balmori es un recordatorio vivo de que la vocación auténtica no solo perdura… transforma.
Seguiremos informando.