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Madres: El corazón emocional de la sociedad

Por Estefanía López

Cada 10 de mayo, se celebra en muchos países el Día de la Madre, una fecha que suele estar envuelta en flores, regalos y frases bonitas. Pero más allá del gesto simbólico, es una oportunidad valiosa para reflexionar, sobre el rol profundo y estructural que desempeñan las madres en el tejido emocional y social de nuestras comunidades.

La madre es, en muchas ocasiones, el primer contacto emocional del ser humano con el mundo. A través de ella, el niño aprende a regular sus emociones, a sentirse seguro, a construir vínculos y a desarrollar su identidad. Esta influencia no termina en la infancia: se extiende en la vida adulta, en la forma en que las personas se relacionan consigo mismas, con los demás y con su entorno. Por ello, el impacto psicológico de la maternidad no solo moldea individuos, sino que también modela el carácter de una sociedad entera.

Desde el enfoque de la psicología del desarrollo, sabemos que una madre emocionalmente presente y afectuosa ayuda a formar personas más empáticas, resilientes y seguras de sí mismas. A través del vínculo materno, se transmite el lenguaje emocional, la capacidad de resolver conflictos y el respeto por el otro. Estos aprendizajes tempranos son esenciales para una convivencia social sana y pacífica. Es decir, las madres no solo crían hijos; crían ciudadanos.

Además, muchas mujeres desempeñan múltiples roles de forma simultánea: cuidan, trabajan, sostienen emocionalmente a sus familias y, en muchos casos, a sus comunidades. Esta carga mental y emocional, que pocas veces es reconocida con justicia, sostiene gran parte del bienestar colectivo. Desde lo invisible (organizar la rutina, contener crisis emocionales, tomar decisiones importantes) hasta lo evidente (alimentar, cuidar, acompañar), el rol materno es una labor que merece más que un homenaje: merece un compromiso social y político con su dignidad y salud mental.

El reconocimiento de este impacto va más allá de idealizar a la madre como una figura sacrificada o heroica. También es esencial visibilizar que las madres son personas con emociones, necesidades y límites. Cuidar a quien cuida es una responsabilidad compartida. Una madre emocionalmente saludable y apoyada tiene más recursos para criar con paciencia, amor y equilibrio. Por eso, fortalecer las redes de apoyo, ofrecer espacios para el autocuidado y normalizar la búsqueda de ayuda profesional son pasos fundamentales para una sociedad más justa y empática.

Este 10 de mayo, más que repetir frases hechas, podríamos preguntarnos: ¿Cómo estamos acompañando a las madres en su salud emocional? ¿Cómo estamos valorando su trabajo invisible? ¿Qué cambios reales estamos promoviendo para que ser madre no implique descuidarse a sí misma?

Las madres son el corazón emocional de la sociedad, pero no deberían cargar solas con el peso de sostenerla. Agradecerlas es importante; apoyarlas, transformador.

 

Estefanía López Paulín
Contacto: psc.estefanialopez@outlook.com
Número: 4881154435

 

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