
El lavado de manos es una de las prácticas más sencillas y efectivas para prevenir la propagación de enfermedades infecciosas, incluyendo el COVID-19, la gripe, resfriados, hepatitis A y enfermedades gastrointestinales.
Las manos son una vía principal por la que microorganismos pueden ingresar al cuerpo al tocar nariz, ojos o boca, por lo que mantenerlas limpias reduce significativamente la transmisión de virus y bacterias. Además, es una medida económica y de fácil acceso que puede salvar muchas vidas a nivel mundial.
A pesar de su importancia, muchas personas no realizan un lavado adecuado o frecuente. La técnica correcta consiste en mojar las manos con agua, aplicar jabón suficiente y frotar todas las superficies de las manos, incluyendo palmas, dorsos, entre los dedos y debajo de las uñas, durante al menos 20 a 60 segundos.
Este hábito no solo protege a la persona que se lava las manos, sino también a su familia y comunidad al detener la cadena de contagios, especialmente en lugares públicos y antes de preparar o consumir alimentos.
Fomentar la cultura del lavado de manos es vital para la salud pública, especialmente en ambientes hospitalarios y escolares, donde la transmisión de infecciones puede tener consecuencias graves. Unidos en esta práctica cotidiana, se puede disminuir la incidencia de enfermedades respiratorias y gastrointestinales, mejorar la calidad de vida y reducir gastos médicos.