
Martín Ameconi tenía un sueño claro: ser músico. Entre 2010 y 2019 editó seis discos como solista, pero no lograba conectar con el público. “Tocaba y no vendía ni 20 entradas”, recuerda. La pandemia cambió su rumbo: redescubrió el dibujo, una pasión de infancia, y creó un personaje entrañable —Salva— que le abrió las puertas de un nuevo mundo. Hoy, su novela gráfica La culpa la tuvo Charly García no solo le devolvió el reconocimiento artístico, sino que será declarada de interés cultural por el Senado argentino.
El libro retrata un verano adolescente marcado por el caos social de 2001, vacaciones familiares en Mar del Plata y la aparición de un superhéroe personal: Charly García. Para Ameconi, el excéntrico músico argentino significó libertad, rebeldía e independencia: “Yo quería ser Charly”, dice.
La novela mezcla humor, melancolía y guiños a la cultura rock, mientras reconstruye un coming of age dibujado en blanco y negro, donde Salva —una versión joven del propio Ameconi— busca su identidad entre historietas, discos y guitarras.
Aunque el proyecto nació tras el éxito de sus “Animaciones Salvajes” en redes sociales, el autor apostó por narrar una historia más íntima y extensa. Ese salto lo llevó a ilustrar para Fito Páez y Andrés Calamaro, y a convertirse en un referente inesperado del cruce entre música, dibujo y redes.
Ameconi, que hoy se gana la vida como docente de música, lo resume así: “Soñaba con abrir un recital de Fito como músico, y lo hice… pero con un corto animado”. Dejó atrás el micrófono, pero encontró en la historieta su verdadero escenario.
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