
Ciudad Valles, S.L.P.- Una pareja de padres de familia exige justicia por la muerte de su hijo, José Julián Olvera Díaz, de apenas 15 años. Lucía Díaz y Reynaldo Olvera, aun cargando el dolor de haber perdido a su primogénito, decidieron hablar. Lo hicieron con el corazón en la mano y la rabia contenida por la falta de respuestas.
Explicaron que no están conformes con la versión que les dio su sobrino, quien fue la última persona que vio con vida a José Julián. Desde entonces han repasado una y otra vez lo que sucedió ese día. Fue su madre Lucía quien, al leer el certificado de defunción, confirmó sus sospechas: en el apartado donde se especifica el “Tipo de Defunción”, se marca como accidental o violenta.
Recordaron también que el médico legista les mencionó que el cuerpo del joven presentaba golpes en la mandíbula. Cuando preguntaron por ello, les dijeron que “probablemente se golpeó al subirlo a la camilla”. Una explicación que simplemente no les convenció.
“Queremos saber qué pasó con sus pertenencias. Él traía dinero en efectivo, diez mil pesos. No apareció su cartera ni su celular. Acababa de cobrar su semana porque estaba trabajando conmigo. Ese día iba con un primo al relleno de Chantol, a trabajar, y ya no regresó. Desde la una de la tarde su teléfono estaba apagado…”, relata el padre. “Mi sobrino llegó como a las cinco y nos dijo que se había ahogado. Con perdón de ustedes, yo le dije: ‘No chingues, ¿cómo se va a ahogar? Llévame donde está’. Fui a buscarlo por toda la orilla hasta que nos dijo dónde estaba”.
Desde hace un año, mes con mes, Lucía y Reynaldo acuden a la Cuarta Delegación de la Fiscalía en busca de respuestas. Saben que nadie les devolverá a su hijo, pero también saben que no habrá paz en su hogar hasta que se sepa la verdad.
Han intentado hablar incluso con la titular de la Fiscalía. No han sido atendidos debidamente. Se sienten discriminados, ignorados. Solo piden que se abra la carpeta de investigación, que se cite al menor que estuvo con él ese día y que diga lo que sabe. Ya hay un citatorio, pero la Policía de Investigación no ha hecho nada. “Nos traen vuelta y vuelta, y no nos dicen nada”.
“El 21 de febrero del año que viene cumple 18 años —el presunto responsable—. ¿Y así se la van a llevar, esperando?”, dice Lucía. “Para mí, como mamá, es desesperante no saber qué pasó realmente con mi hijo. ¿Y mientras? No se me hace justo. Yo no tengo abogado, no sé si él tenga un amparo, pero nosotros no… Yo solo quiero justicia para mi hijo”.
José Julián tenía sueños. A sus 15 años, trabajaba y ahorraba para comprarse una moto y poder ir al Cobach, donde quería terminar su bachillerato. Su meta era entrar al Ejército Mexicano, desde niño soñaba con ser soldado. Quería ser el orgullo de sus padres y un ejemplo para su hermanito menor.
Su cuerpo fue localizado en el río de la comunidad de Chantol. Fue su padre Reynaldo quien lo sacó sin vida del agua. Lo abrazó por última vez, roto por el llanto, y se lo entregó a su esposa Lucía, que gritaba con desesperación, intentando revivirlo.
Con una serenidad que solo nace del fondo del dolor, Lucía cerró la conversación diciendo:
—No fue un accidente. Como mamá lo sé. Y mientras no lo traigan, para mí él es culpable. Queremos justicia para mi hijo.
Seguiremos informando.