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Juegos de poder

Por María Luisa Paulín

«Si algo nos ha enseñado la historia es que se puede matar a cualquiera», reza una de las frases de la histórica película «El Padrino»; la frase se aplica siempre que hay crímenes políticos porque, dice en esa misma pieza, «la política y el crimen son la misma cosa».

El asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz volvió a poner en la realidad, en un vuelco para la clase gobernante de México, representada por el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).

De pronto, todos, convertidos en petulantes hombres y mujeres del poder, se dieron cuenta de que son vulnerables y que cualquiera puede estar en la mira, aunque se sientan indestructibles, inalcanzables.

Conforme han pasado las horas, queda claro para los mexicanos que la ejecución de Ximena y José, dos personas cercanas a la jefa de Gobierno de la CDMX, fue un acto de poder de la delincuencia organizada.

Perfectamente sincronizados, los autores del doble homicidio tenían todo preparado, todo orquestado: apagaron las cámaras de seguridad de la zona de Calzada de Tlalpan, perpetraron el crimen en tan solo 12 segundos y después huyeron.

La vulnerabilidad de los mecanismos de seguridad del gobierno federal quedó al desnudo, y la indiferencia de la SEDENA ante los hechos también.

Los hechos sirvieron para evidenciar que los militares no quieren a Omar García Harfuch, secretario de Seguridad, pateando sus dominios, sus negocios y sus acuerdos.

Días antes de los hechos hubo diferencias entre Harfuch y el general Ricardo Trevilla Trejo por el control de un centro de inteligencia que los militares debieron entregar a la Secretaría de Seguridad. Tras el enfrentamiento, los soldados desmantelaron el sitio y entregaron un cascarón, con las instalaciones semi destruidas y sin la información que había en las computadoras. Y, por si las moscas, también se las llevaron.

Los morenistas, instalados en la soberbia total, saben ahora que pueden ser objetivo de los delincuentes a quienes, durante los seis años de Andrés Manuel López Obrador, tuvieron como aliados y financiadores.

Hoy que la presidenta, Claudia Sheinbaum, atiende las demandas del gobierno de Estados Unidos, los cárteles decidieron mostrar su fuerza, su inteligencia y efectividad. Y eso no tiene que ver con la guerra de guerritas que se traen los Mayitos y los hijos del Chapo Guzmán en Sinaloa.

La delincuencia organizada (se dice que en el caso de los funcionarios de la CDMX se trata del CJNG) ha puesto en vilo al gobierno federal y prácticamente en jaque al secretario de Seguridad, Omar García Harfuch.

Y sí. Si algo nos ha enseñado la vida y la política mexicana es que se puede matar a cualquiera, y que en los juegos de poder, también hay niveles.

P.D.1.– Ruth González Silva es presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores para América del Norte en el Senado de la República. Encabezó la comisión de legisladores que acudieron a solicitar al Congreso norteamericano que no apruebe la aplicación de un impuesto de cinco por ciento a las remesas que envían los paisanos. Sorprendió la senadora del Partido Verde con su manejo en los Unites.

P.D.2.– Todo indica que, definitivamente, San Luis Potosí queda fuera de la ruta del tren México-Laredo. Nadie ha explicado la razón. A ver si ahora que viene la presidenta, Claudia Sheinbaum, nos platica a qué se debe el desvío.

P.D.3.– La secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, fue la representante de México en Roma durante el inicio del pontificado de León XIV. Según se dijo, le entregó al Pontífice una carta invitación para venir a México. Ojalá que venga pronto.

P.D.4.– Que, tras una aparente reconciliación entre el gobernador Ricardo Gallardo y el empresario huasteco Gerardo Zumaya, los vividores que lo sangraron hasta la ignominia han perdido a la gallina de los huevos de oro. Ternurines, agarraron pichón.

P.D.5.– Cuentan que Xavier Nava, el polémico exalcalde de la capital, está más activo que nunca. Teje en MORENA algunos golpes de futuro para San Luis Potosí de la mano del senador Javier Corral. No lo pierdan de vista.

Hasta la próxima.

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