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José Alfredo Jiménez, un cantante muy mexicano

Con motivo del Día del Músico que se celebra cada 22 de Noviembre, hoy recordaremos la trayectoria de un personaje del género regional mexicano que seguimos teniendo presente al escuchar sus canciones, él es José Alfredo Jiménez, nacido el 19 de enero de 1926 en Dolores Hidalgo, Guanajuato, sus padres, Agustín Jiménez Tristán y María del Carmen Sandoval Rocha, Ignacio, Concepción y Víctor Manuel, sus tres hermanos. Don Agustín, farmacéutico de profesión y de gusto apasionado por la música y la literatura, establece la primera botica de nombre San Vicente, que le permite sostener a su familia y a cuatro hijos más de su primer matrimonio, situación que cambia por completo con su fallecimiento pues la esposa e hijos tomarían rumbos diferentes.

José Alfredo se estableció en la ciudad de México con su tía “Cuquita”, pero la precaria situación económica, lo obligó a buscar el sustento después de culminar su escuela primaria teniendo varios trabajos para poder sobrevivir. Años más tarde, gracias a su amigo Jorge Ponce, hijo de un reconocido restaurantero yucateco y bien relacionado con el mundo artístico, le da oportunidad de trabajar como cajero  y mesero en el restaurante La Sirena, lo que le permitió formar más adelante un cuarteto llamado José Alfredo y Los Rebeldes, que poco a poco iría dándose a conocer en fiestas, reuniones y serenatas, siendo este el inicio de su carrera artística.

En 1947, el cuarteto logra cantar en vivo en las estaciones de radio XEX y XEW pero a pesar de los esfuerzos ninguna disquera se interesa en contratarlos, y es hasta 1951 que se graba su primera canción, titulada, Yo, con la voz de Andrés Huesca y su Grupo Los Costeños, pero la sorpresa en ese mismo año fue que se grabarían cuatro canciones más: Ella, Cuatro Caminos, La que se fue  y Qué suerte la mía, interpretadas por el mismo José Alfredo, nombramiento que recibe como Compositor del Año. Comienza una vida de éxito y el 27 de junio del siguiente año, contrae matrimonio con Paloma Gálvez, joven veracruzana con quien llega a tener dos hijos pero sus frecuentes y prolongadas ausencias y sus múltiples amoríos, hacen que se separe de él en 1960, sin llegar nunca a divorciarse.

Su vida profesional crece aceleradamente con presentaciones en palenques, teatros, cabarets, televisión, radio, viaja por todo el país y América Latina, graba decenas de discos pero los excesos y las tentaciones del medio artístico lo llevaron a serios problemas de alcoholismo y en 1968 una cirrosis hepática lo obliga a tener rigurosos cuidados de salud durante dos años, sin embargo, recae en la bebida y su última presentación en público fue en el programa Siempre en Domingo, donde interpreta la canción Gracias, con la cual parece anticipar su final. Dos semanas después ingresa a un hospital y muere el 23 de noviembre de 1973.

Gracias a su inspiración inagotable, José Alfredo Jiménez deja un legado de 280 canciones registradas y 80 inéditas y aunque gozaba de una extraordinaria memoria, carecía de una formación musical por lo que Rubén Fuentes, compositor, arreglista y director por mucho tiempo del Mariachi Vargas de Tecalitlán, es quien le transcribe y arregla la mayoría de sus canciones. Hoy en día, su casa natal alberga un museo donde se exhiben algunos artículos personales, fotografías y reconocimientos.

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