
Este 26 de julio comenzó del Año Nuevo Maya, fecha significativa dentro del Sincronario de 13 Lunas, un sistema ancestral que invita a vivir en sintonía con los ciclos naturales del Sol, la Luna y la Tierra. A diferencia del calendario gregoriano, este sincronario estructura el año en trece ciclos lunares de 28 días cada uno, sumando un total de 364 días, más uno adicional considerado un “día fuera del tiempo”.
El nuevo ciclo estará regido por la energía de la Semilla Resonante Amarilla, símbolo de crecimiento, intención y transformación. Esta energía propone un tiempo para sembrar con propósito, desarrollar el potencial individual y colectivo, y fomentar una conexión más profunda con la naturaleza.
Cada inicio de año en el Sincronario coincide con la salida heliacal de la estrella Sirio, evento visible desde lugares sagrados como la Pirámide del Sol en Teotihuacán. Este fenómeno astronómico marca el comienzo de un nuevo periodo galáctico que se considera propicio para la introspección y la renovación.
El ciclo que concluyó, bajo la influencia de la Tormenta Rítmica Azul, fue interpretado como una etapa de caos y sensibilidad. En contraste, el periodo que ahora comienza se percibe como una oportunidad para renacer, sembrar nuevas intenciones y construir formas de vida más armónicas.
Para quienes siguen esta cosmovisión, el Año Nuevo Maya representa mucho más que un cambio de fecha: es una invitación a transformar la conciencia, a tomar decisiones desde la responsabilidad y a confiar en los procesos naturales de evolución personal y colectiva.
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