El ataque de pánico, también conocido como crisis de angustia, es una experiencia repentina e intensa de miedo que puede provocar síntomas físicos y emocionales severos. Según UNAM Global, quienes lo padecen suelen presentar sudoración en las manos, agitación, dificultad para respirar y una sensación inminente de amenaza, entre otros signos.
Entre las señales más comunes que permiten identificar un ataque de pánico se encuentran: miedo intenso, taquicardia, sensación de ahogo o asfixia, malestar en el pecho, náuseas, mareo y una percepción súbita de peligro. Esta combinación de síntomas puede aparecer sin previo aviso, generando una experiencia abrumadora para quien la vive.
Angélica Juárez Loya, doctora en Psicología de la Salud y académica de la UNAM, ofrece algunas recomendaciones clave para controlar y prevenir estos episodios. Una de ellas es el control de la respiración, mediante respiraciones lentas o el uso de una bolsa de papel para equilibrar los niveles de oxígeno y dióxido de carbono.
Otra estrategia útil es el monitoreo y autocontrol, a través de una hoja de autorregistro donde se anoten la intensidad y frecuencia de los ataques, lo cual permite identificar patrones y mejorar el manejo emocional. Además, organizar el tiempo, expresar las emociones adecuadamente y mantener una socialización saludable son factores importantes en la prevención.
Finalmente, la experta subraya que, aunque las técnicas de autoayuda pueden ser efectivas, es esencial acudir con un profesional de la salud mental para recibir un diagnóstico adecuado y establecer un tratamiento personalizado. Reconocer y atender los ataques de pánico a tiempo puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida de quienes los padecen.
