
Hulk Hogan, uno de los personajes más emblemáticos de la lucha libre profesional y de la cultura pop estadounidense, falleció este jueves a los 71 años de edad a causa de un paro cardiaco en su casa en Miami. Su muerte marca el final de una era en la que su figura se convirtió en sinónimo de espectáculo, carisma y fuerza.
Hogan fue más que un luchador: fue un fenómeno mediático. Con su melena rubia, bigote distintivo y atuendos coloridos, logró conquistar el corazón de millones de fanáticos. Bajo la bandera de “Hulkamania”, impulsó el auge global de la entonces WWF (hoy WWE) en las décadas de los 80 y 90, encabezando eventos como WrestleMania y convirtiendo la lucha libre en un fenómeno cultural de masas.
Su influencia no se limitó al cuadrilátero. Hogan incursionó en el cine con películas familiares, apareció en series de televisión y protagonizó campañas publicitarias. Su imagen fue inmortalizada en juguetes, historietas y videojuegos, consolidando su estatus como ícono del entretenimiento estadounidense.
En un contexto marcado por tensiones políticas, su personaje representó el ideal del héroe americano: fuerte, moralista y patriótico. Enfrentando a villanos extranjeros en el ring, reforzaba un imaginario colectivo que lo convirtió en símbolo de identidad para muchos espectadores.
Aunque su trayectoria estuvo marcada también por escándalos y controversias, su impacto cultural permanece. La figura de Hulk Hogan trascendió generaciones y plataformas, dejando una huella imborrable en la historia del entretenimiento.
Con su partida, el mundo despide a una leyenda que definió una era. La “Hulkamania” quizá ya no ruge, pero su legado sigue vivo en la memoria colectiva de millones.