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Glenn Martens presenta su emocionante debut para Maison Margiela

Por Sofía Paulín

La tarde del miércoles 9 de julio, el diseñador Glenn Martens ajustaba los últimos detalles de su primera colección para la casa Margiela. El diseñador fue nombrado director creativo en enero de este año, y esta Semana de la Moda demostró que, efectivamente, fue la mejor decisión para la marca. El desfile tuvo lugar en el sótano de “Le Centquatre”, un centro cultural en el arrondissement núm. 19 de París. El lugar tenía sus paredes cubiertas de pósters despegándose y largas cortinas antiguas, al estilo trompe-l’œil que tanto aprecia Margiela.

A las 19:00 horas, cuando todo empieza a apagarse en las calles de la ciudad del amor y de la alta costura, los magníficos diseños de Martens comenzaban a cobrar vida. Con un perfecto balance entre Martin Margiela y John Galliano, se presentó una colección opulenta, fresca, poderosa y singular. El diseñador belga expresó a Vogue que estaba “reclamando el ADN de la marca con elegancia”.

La inspiración de Martens llegó de su país natal: la arquitectura y atmósfera gótica de Flandes y los Países Bajos. Al momento de diseñar, tenía dos misiones en mente: la reinvención y la reconstrucción equilibrada del pasado, presente y futuro de la marca. La referencia más obvia a Margiela fue el uso de máscaras, uno de sus motivos más icónicos, pues Martin Margiela soñaba con el anonimato y detestaba estar en el ojo público, tanto que durante varios años nadie lo vio en persona. Otra tradición en la casa Margiela es el upcycling, que conformó un tercio de la colección, reutilizando tejidos, latas y metales.

Al ritmo de los Smashing Pumpkins, las modelos comenzaron a desfilar. Primero vimos los looks hechos de plástico, creando un efecto futurista y místico. Luego vinieron brocados y telas metalizadas, hoodies convertidas en vestidos y prendas de gala, capas y grandes abrigos. Un look en particular creaba el efecto de máscara con la misma capucha del vestido. Vimos intrigantes texturas metálicas, drapeados y grandes siluetas. Hubo una gran variedad de materiales: desde denim y flores de tul, hasta pieles, plástico y plumas; incluso una falda hecha de alas. Y, claro que no sería Maison Margiela sin trabajo de parches y corsés arquitectónicos. Martens también presentó algunos looks cubiertos en pedrería bordada y otros de aspecto fantasmal, completamente lisos o con encaje bordado, reminiscente de polillas en una antigua construcción.

El desfile cerró con un look en verde lima: la máscara de encaje, el top cubierto de olanes y una falda lisa que fluía mágicamente con el caminar de la modelo. El show fue tan exitoso que varios invitados terminaron con lágrimas en los ojos. Glenn Martens puede estar orgulloso de haber superado las expectativas de la industria sobre su debut en Margiela. No cabe duda de su gran talento y capacidad de crear.

Seguiremos informando. 

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