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Gentrificación o abandono de avenida Venustiano Carranza

Por Ramón Ortiz Aguirre

«Si fueris Romae, Romano vivito more;si fueris alibi, vivito sicut ibi»
(Si estás en Roma, vive como un romano; si vas a otra parte, vive como los lugareños)

Consejo de San Ambrosio a San Agustín

Una de las consecuencias por los recientes disturbios en las colonias Condesa y Roma de la CDMX, ha sido la relevancia que tomado el término de “gentrificación” en nuestro discurso público. La verdad, muchos no saben qué significa, incluidos algunos de los que marcharon, pero sobre todo los “comentócratas” de siempre. En las entrevistas que se pudieron hacer a los participantes del acto pacífico que terminó convertido en un polvorín violento y racista, se repitieron muchas opiniones comparando lo que pasaba en la capital del país con lo que se vive en ciudades como Barcelona, Venecia y demás famosas ciudades europeas. En el viejo continente, desde hace ya mucho tiempo, suceden rutinariamente acciones públicas en contra del desplazamiento obligado de los locales por culpa de la invasión de un turismo masivo que encarece rentas y cambia el uso del suelo de las colonias históricas.

Al parecer, eso mismo es lo que está ocurriendo en la alcaldía Cuauhtémoc de nuestra capital y en muchos otros lugares del país. ¿También pasa en San Luis Potosí? Ahora resulta que, según algunos, nosotros también vivimos un proceso de gentrificación, pero no ofrecen pruebas ni ejemplos significativos. ¿Dónde hay extranjeros encareciendo nuestras colonias para expulsar a las familias de siempre? Nadie los ha visto y el colmo del ridículo surge cuando dicen que el lamentable abandono de la Avenida Carranza es causa, precisamente, del problema urbano al que aquí me refiero.

Por mi parte, no creo que esto esté ocurriéndonos. El concepto de “gentrificación” se refiere exclusivamente a la transformación obligada que sufre un espacio urbano ya deteriorado e históricamente modesto, cuando se convierte en un área exclusiva, elegante y más adinerada. No se trata de un proceso intergeneracional en el que las familias originales han podido enriquecerse, sino a la suplantación de la población original por otra con mayor poder adquisitivo. El desplazamiento de los pobladores es inevitable porque aumentan significativamente los precios del alquiler, los bienes y los servicios. Después, su retorno es imposibilitado porque los “gentrificadores” desarrollan proyectos de intervención urbana y arquitectónica que se los impide.

Para entender mejor a qué se refiere eso de la “gentrificación”, una breve investigación nos arroja que el término es un neologismo procedente del inglés: viene de «gentry», una clase social histórica inglesa de composición mixta entre la baja y la media. Ruth Glass, una socióloga inglesa, utilizó este concepto por primera vez en 1964, cuando estudió cómo los habitantes de clases precarias en los barrios más antiguos eran desplazados por otras personas con mayores ingresos, lo que trajo consigo una reconfiguración estética y económica.

Esta definición indica, sin duda, que la Avenida Venustiano Carranza no ha sufrido los estragos de la gentrificación, ni nada parecido. Nuestra importante arteria adolece, más bien y desde hace más o menos medio siglo, de un deterioro irreversible ocasionado por la ausencia de un plan de desarrollo urbano y de uso del suelo. Planificar mejor lo que sería el futuro de esta calle, habría ayudado a conservar las residencias lujosas que allí existían; sin embargo, la gran mayoría fueron demolidas para levantar sobre sus ruinas, edificios horribles que hoy están casi todos vacíos.

No es gentrificación, tampoco, que uno de los cines más bellos del país, haya sido convertido en un restaurante, ni que su antigua sala cinematográfica, de la que solo queda el recuerdo de su bóveda en forma de concha, sea hoy un estacionamiento. Los gentrificadores habitan los barrios que transforman, y en Carranza hoy en día hay muy pocas casas habitadas, la mayoría en las inmediaciones del jardín de Tequis, un área verde que está más bien abandonada y no gentrificada. La verdad, no conozco a nadie que hoy por hoy, en sus cinco sentidos, quiera comprar o rentar una casa en esa avenida para habitarla.

¿Tal vez para montar una oficina, poner un negocio? No hay potosino ni foráneo o extranjero que se interese por ninguna de esas fincas, en parte por el deterioro histórico, pero sobre todo porque no hay en todas sus cuadras un solo espacio de estacionamiento. En lugar de eso, lo que tiene Carranza es una ciclovía muy mal planeada, que sirve de antesala a horrendos edificios casi abandonados que ya solo esperan a ser vandalizados y tomados por vagos, viciosos y “okupas”.

Recientemente, el alcalde Enrique Galindo mencionó un plan con el que espera reubicar en Carranza los antros que están en la Avenida Cordillera de los Himalaya, en el espacio comprendido entre el jardín de Tequis y el cruce con Reforma. La verdad sea dicha, eso no va a suceder, de entrada porque en toda la calle, como ya dije, no hay un solo lugar de estacionamiento. Además, las rentas son altísimas y las fincas están tan deterioradas que cualquier remodelación sería muy cara, por no pensar en el precio de la adaptación inmobiliaria a los lineamentos de desarrollo urbano y los de protección civil.

Como se ve, estamos lejos de la gentrificación. En Carranza lo que tenemos es, simple y sencillamente, un abandono generalizado y una destrucción de la imagen urbana. ¿Qué se le va a hacer? Supongo que poco o nada.

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