Ayer me fui de peda al patio de la casa. Me acompañó mi fiel seguidora que es mi hija. No fue de gratis, tuve que llenar y gastar unos buenos litros de agua en una mini-alberca.
Le dije a mis amigos en forma virtual que la cuarentena sabe mejor con una caguama modelo especial, es una chulada ¿No sé quién jodidos sea Pablo Diez?, ése que aparece en el nombre en la botella, pero si a él se le ocurrió este elixir de dioses, no debo más que agradecerle la invención y se la brindé porqué no.
Luego me puse a ver las nubes, creo que eran cirrocúmulos. Estaba venteando fuertemente allá arriba que de OVNIs se convertían en caras alargadas, brochazos de pintor, a veces parecía la pintura abstracta y creadora del Demiurgo, y de repente desaparecía todo en unos pocos minutos. Es increíble saber que existe una capa sobre nuestras cabezas que cambia de orden constantemente.
