Amparados en una supuesta autorización de la secretaria del Bienestar del gobierno federal, Ariadna Montiel Reyes, para robarse el dinero de los programas destinados a beneficiar a los que menos tienen, los funcionarios de la dependencia en San Luis Potosí se lo toman en serio y se agandallan hasta el papel de baño de los excusados.
Esta semana, el pantano reventó con el presunto robo a las oficinas de la dependencia en la capital potosina, donde, curiosamente, el hurto ocurrió en las oficinas del programa de becas a cargo de Osmar Rodríguez, sobrino de la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, y protegido por su tía Rita Rodríguez, dirigente estatal de Morena.
La abundancia económica se nota claramente en las humanidades de aquellos que fungen como funcionarios del Bienestar, encabezados por Guillermo Morales y sus cercanos, que comen como trogloditas en las oficinas ubicadas en el parque Tangamanga II.
Aquellos jóvenes trabajadores y amables se convirtieron en obesos monstruos que maltratan a los beneficiarios de los programas, mantienen muertos en los padrones de pensionados y, ahora, manotean a quien se atreve a grabarlos en sus teléfonos, como ocurrió esta semana en la Huasteca, donde los afectados por las lluvias bloquearon la carretera México–Laredo en Tamazunchale, Matlapa y Tanquián, porque los dejaron fuera de los apoyos.
Si hay un modelo de mal funcionario del Bienestar, ese es Griselda Mezquida. A la funcionaria no le gusta atender a la gente; durante la semana agredió a una persona porque se atrevió a grabarla mientras denunciaban que habían sido excluidos de los padrones de beneficiarios de apoyos por las lluvias, mientras que comerciantes y personas que no resultaron afectadas recibían su cheque de 20 mil pesotes.
Griselda Mezquida quiso justificarse para intentar convertirse en víctima, pero fue tal la reacción de los afectados que se vio obligada a borrar un video de una entrevista a modo que publicó en sus redes sociales.
Pero Mezquida es solo un botón de muestra. En el Altiplano, cuando un beneficiario de los programas busca aclarar algún punto, es maltratado; cuando los servidores no tienen ganas de atender, simplemente les dicen que tienen que ver su problema en San Luis, conscientes de que la gente no tiene capacidad para acudir hasta la capital del estado.
Pero también hay gente honesta, gente que advierte a los beneficiarios que no den de baja a las personas fallecidas porque los coordinadores siguen cobrando las pensiones. Jóvenes que buscan becas de “Construyendo el Futuro” no logran beneficiarse del programa porque, curiosamente, siempre está lleno, pero uno no ve por ningún lado a los muchachos.
Será el sereno, pero si la poderosa paisana Rosa Icela Rodríguez quiere fincar sus aspiraciones a la gubernatura en un grupo corrupto de malos servidores de la nación, que no espere bienvenidas en los pueblos de la Huasteca, del Altiplano o de la zona Media, porque la gente ya sabe la clase de sátrapas que tienen como servidores de la nación. Al tiempo.
P.D.1.– El presidente municipal de Matehuala, Raúl Ortega, ya prepara su reelección. Dicen que su principal contrincante será su señora esposa, Zoraira Hernández. Adivinen quién manda ahí.
P.D.2.– El gobernador, Ricardo Gallardo, y el presidente municipal capitalino, Enrique Galindo, anunciaron un paquete de obras para 2026 por un monto de dos mil millones. Esperemos que tengamos un año de trabajo y sosiego.
P.D.3.– Mi felicitación y reconocimiento para la súper atleta potosina Sandra Quintero, corredora de ultratrail, conocida también como la mujer de los 100K, que además, esta semana, subió a la montaña del Monte Everest. Gran potosina, gran mexicana, extraordinaria mujer.
P.D.4.– En el entramado que es la elección del director de la Facultad de Derecho, hay dos despachos buscando el dominio de tan suculento platillo universitario. El rector, Alejandro Zermeño, no tiene margen para equivocarse en el proceso claramente establecido en los reglamentos de la UASLP.
P.D.5.– Y por aquí les dejo mi calaverita:
Estaba Sheinbaum sentada,
muy contenta en su sillón,
cuando llegó la calaca
y la despertó de sopetón.
Te veo muy flaca, le dijo
y yo sé que no hay fijón,
pero te toca, chiquita,
acompañarme al panteón.
Hasta la próxima.

