
Tras semanas de tropiezos, tensiones y un boicot que dejó en evidencia la pugna por el control de la Facultad de Derecho, el Consejo Técnico Consultivo finalmente presentó, otra vez, la terna para elegir a la nueva dirección. Son los mismos nombres: Luz María Lastras Martínez, Georgina González Cázares y Jesús Javier Delgado Sam, pero esta vez, el gesto es distinto. Esta vez se detalla, se justifica y se exige que, de entre estos tres perfiles, salga la elección definitiva. No más simulaciones, no más caprichos, no más maniobras que retrasen lo inevitable. La Facultad necesita un cambio real.
La entidad académica en cuestión no está en condiciones de soportar otro tropiezo. Viene de meses de desgaste; la renuncia del director tras un escándalo lamentable, las fracturas internas, la percepción de que el plantel llevaba tiempo sin brújula y la necesidad urgente de recomponer la vida académica. Lo que antes era prestigio se convirtió en duda, y lo que antes era estructura se volvió fragilidad. La comunidad está cansada de improvisaciones. Merece liderazgo, orden y una visión que regrese estabilidad a una facultad que ha dado generaciones de juristas, pero que hoy enfrenta su prueba más seria en décadas.
Lo sucedido en la elección pasada, un sabotaje político más que un proceso académico, dejó además algo muy claro; hubo manos externas metiendo presión. Señalamientos internos apuntan a la abogada general, Urenda Navarro, quien habría intentado imponer a una persona de su círculo cercano. No lo logró entonces, y por cómo se está reconfigurando la discusión, tampoco lo logrará ahora.
Con la terna de nuevo sobre la mesa, el Consejo Directivo Universitario ya no tiene margen. Debe recuperar la confianza perdida y actuar bajo el mandato que le corresponde; elegir a quien pueda reconstruir la Facultad, sin cuotas, sin padrinazgos y sin el ánimo de que un pequeño grupo capture la vida universitaria.
Porque, sí, la UASLP es una institución pública, autónoma y con historia. No es una agencia de colocaciones, ni un laboratorio de ambiciones personales.
Ahora, con la nueva presentación de la terna, la comunidad académica espera lo obvio, que esta sea la buena. Que el Consejo Directivo Universitario deje de entretenerse con distracciones, cumpla con su deber y permita que la Facultad de Derecho recupere lo que perdió en estos meses: rumbo, credibilidad y paz interna.
No es demasiado pedir. Y, sobre todo, ya es tiempo.
Cavilaciones:
Primera: En la reunión navideña del gobernador Ricardo Gallardo con los notarios, todo fue buena vibra. Juan Carlos Barrón Cerda, presidente del gremio, lució una sonrisota grandotota en todo momento. Dicen que, ni en los gobiernos del PRI, le fue tan bien como en el gallardato ¿Apoco sí?
Segunda: El que anda en cuanto evento tiene el gobernador, es el diputado federal, Juan Carlos Valladares. Lo mismo arranques de obra que encendido de la villa navideña, los notarios, desayunos, comidas y cenas. Se ve que es el diputado favorito del gobernador ¡Miau!
Tercera: Fuentes del IFSE aseguran que, dentro de las irregularidades que encontraron en algunos manejos en la UASLP, destaca una compra bastante gorda de ropa interior de mujer a la empresaria Alejandrina Cedillo. El tema no tendría problema, salvo porque al momento de la adquisición, la señora ya era compañera sentimental del entonces director de la UniTienda, Marco Antonio Aranda, y, obviamente, se le dieron facilidades. Bueno, al menos queda el consuelo de que los universitarios traerán calzones muy sexis.