
En política, no todos los que se suman a una causa son bienvenidos, aunque su presencia se tolere por conveniencia. Tal es el caso de José Luis Romero Calzada, el famoso Tecmol, quien, tras una trayectoria marcada por escándalos, excesos y declaraciones desafortunadas, ha recalado en el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), actual fuerza gobernante en San Luis Potosí.
Tras la reciente visita del gobernador Ricardo Gallardo a Ciudad Valles, donde radica Romero Calzada, se dieron a conocer los detalles de la reunión privada y del jalón de orejas que el mandatario le dio al Tecmol con la esperanza de que, lejos de abonar al divisionismo y de generar conflictos, se cuadre. Dicen, quienes estuvieron presentes, que fue un manotazo en la mesa, un llamado al orden.
Y es que no se necesita ser politólogo para entender el malestar que provoca la figura de Tecmol, tanto en la opinión pública como al interior del propio partido. Su estilo ostentoso, su discurso simplón y su historial de violencia verbal contrastan con la narrativa de unidad y disciplina que intenta proyectar el gallardismo. Mientras el gobernador se esfuerza en consolidar su hegemonía política con una imagen de liderazgo fuerte, pero pragmático, Romero Calzada representa el ala caótica, imprevisible y, para muchos, bochornosa.
El Verde lo ha admitido a regañadientes, como quien tolera a un pariente incómodo y borracho en la fiesta familiar por pura estrategia electoral, sin embargo, es claro que no se sabe cuánto tiempo podrá sostenerse esa alianza antes de que los daños superen los beneficios.
Y es que no se puede pasar por alto que, si algo ha demostrado El Tecmol es que no conoce los límites. Su historial incluye desde candidaturas exóticas y discursos misóginos, hasta acusaciones de enriquecimiento inexplicable, así como su presunta responsabilidad en una larga lista de delitos. Y, si bien, algunos de estos episodios le han granjeado cierto público, también han desprestigiado a las fuerzas políticas que lo han arropado en el pasado.
Al permitir su ingreso al Verde, el partido que gobierna las tierras del Potosí manda un mensaje contradictorio; por un lado, presume estructura, orden y rumbo; por el otro, abre la puerta a personajes que erosionan su credibilidad y tensan sus propias filas.
La reciente reunión en Valles puede interpretarse como un intento de ponerle correa a un burro desbocado, pero no hay que olvidar que El Tecmol no es de los que obedecen sin hacer ruido y, cuando ese ruido se vuelva escándalo, el costo político lo pagará no solo él, sino también el partido que decidió adoptarlo.
En política, el capital más valioso es la coherencia. Y en ese terreno, el Verde potosino corre el riesgo de quedar en deuda.
Cavilaciones:
Primera: En la comida de presidentes municipales y alcaldes del altiplano potosino, efectuada en la cabecera municipal de Venado, José Reyes Martínez, se convirtió en el alma de la fiesta. Reyitos, quien ganó la alcaldía tras cambiar de género al percibirse mujer de un día para otro, tiene manejo totalmente masculino lo que pone en predicamentos a quienes asisten a sus eventos, porque no saben si dirigirse a él como la señora alcaldesa, el señor presidente o Reyitas ¡Ay! En qué líos se meten. Díganle “Chule” y punto ¡Miau!
Segunda: Organizadores de la FENAPO aseguran que el equipo de Enrique Iglesias se ha puesto muchos moños, parece que no quieren que su presentación quede entre populares reguetoneros y cantantes norteños. Ni aguanta nada el españolete.
Tercera: Una banda bien organizada sigue estafando a guardias de seguridad de fraccionamientos residenciales. Los llaman, les piden la bitácora, luego los mandan por dinero, les ordenan que acudan a un Oxxo a depositar y, cuando ya se dan cuenta, los pobres los guardias, por cierto, muy mal pagados y víctimas de maltrato y discriminación (en su mayoría) tras ser estafados, son despedidos. A ver si alguien implementa, aquí, el plan antiextorsiones que ha desplegado en diversos estados