Morena, en San Luis Potosí, tiene una figura que, sin haber ganado en las urnas, sin haber construido una base social sólida y sin contar con liderazgos auténticos a su lado, se comporta como si fuese la gran operadora del destino político de la 4T en el estado. Me refiero a Rita Ozalia Rodríguez, presidenta del Comité Directivo Estatal y hermana de Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Gobernación. Para muchos, es La Súper Rita; omnipresente, omnipotente… pero no necesariamente eficaz.
Su ascenso no ha sido menor. Hoy controla, de manera cada vez más evidente, las decisiones internas de Morena y buena parte de lo que ocurre en la Delegación del Bienestar, sin embargo, cuando el poder se sostiene en pilares frágiles, puede parecer imponente sólo a primera vista y el círculo que la acompaña lo demuestra. No son líderes, ni operadores con trabajo territorial real. Son, más bien, figuras recicladas, cartuchos quemados que, hace tiempo, dejaron de representar algo más que problemas para el partido.
Ahí están los casos del exalcalde de Matehuala, Iván Estrada, con señalamientos que espantarían a cualquiera que todavía crea en la regeneración moral, o Armando Torres “El Jícama”, exalcalde de Villa de la Paz, cuya reputación no es precisamente un estandarte de la nueva ética pública, y ni qué decir de Rafael Pérez Rojas, exalcalde antorchista de Mexquitic de Carmona que casi fue echado a patadas del municipio y que hoy busca volver al poder con las siglas del partido guinda. Todos aparecen sonrientes en las fotos, algunos cobran en nómina, otros sólo aplauden, pero ninguno mueve un dedo para fortalecer a Morena. Son acompañantes, no militancia. Ruido, no respaldo.
En la Delegación del Bienestar, el panorama no cambia mucho. Rita no sólo ha colocado a personas de su confianza, ha instalado prácticamente una sucursal familiar. Sobrinos, nueras, primas… el organigrama parece más una reunión de domingo que una estructura institucional. Y, aunque el delegado Guillermo Morales y su esposa, la diputada Gabriela López, gozan de cargos que deberían otorgarles independencia, hoy, están alineados sin titubeos a los designios de la presidenta estatal. Más que aliados, parecen subordinados políticamente agradecidos, fieles y, según dicen algunos dentro del propio partido, perfectamente domesticados.
¿Ha trabajado Rita? Sí ¿Ha trabajado bien? Ese es otro tema. Su poder es innegable, pero su eficacia está en entredicho. Ha levantado redes, ha tejido alianzas y ha acumulado control, pero nada de eso garantiza resultados positivos para Morena, y menos para una militancia que observa con creciente incomodidad cómo el partido se convierte en propiedad privada.
La estrategia parece clara; consolidar poder para ella, para su familia y para un pequeño grupo de incondicionales. El detalle es que ese camino, tarde o temprano, cobra factura. Y el 2027 está más cerca de lo que parece.
Si La Súper Rita quiere sostener lo que ha construido, o lo que ha acaparado, tendrá que demostrar que su liderazgo sirve para algo más que para tomarse fotografías con personajes impresentables y repartir beneficios entre parientes. Porque ser poderosa no es lo mismo que ser útil, y en política, la diferencia termina definiendo quién asciende y quién cae.
Cavilaciones:
Primera: El presidente municipal de “La capital del mundo”, Rioverde, Arnulfo Urbiola, justificó en un video la violencia con la que se conducen “Las Alacranas”, un grupo de agresivas mujeres que propinaron tremenda golpiza a un joven al que sacaron de su casa para masacrarlo. Pobre Rioverde. A ver si la piensan mejor en las próximas elecciones.
Segunda: Discriminatoria es la reforma a la ley electoral que busca obligar que sólo mujeres aspiren a la gubernatura de San Luis Potosí en el 2027. Este felino cree que no es para tanto porque, entonces, la igualdad de género queda sin efecto. Y como decía el célebre Juan Gabriel: Pero qué necesidad ¡Miau!
Tercera: Este gatito anda más que puesto para las posadas ¡Invítenlo!