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Elucubraciones: Sara Rocha y el pleito por la Directiva

Por El Gato Filósofo

Yo les dije, hace casi un mes, que Sara Rocha sería la presidenta de la Directiva del Congreso del Estado. Y no porque me haya iluminado una bola de cristal, sino porque, en política, las jugadas se anticipan. Cuando se trata de cuotas, intereses y equilibrios, el desenlace suele estar escrito desde antes de que comience la función.

La propuesta de que la priísta encabece la Directiva llegó disfrazada de gesto progresista; un Congreso con presidencia femenina y, todavía más, con la posibilidad de integrar una mesa directiva conformada en su totalidad por mujeres. El simbolismo, claro, es potente: paridad, inclusión, un nuevo estilo para mandar el mensaje de que las mujeres también toman las riendas. El problema es que, en la práctica, esto se parece más a un movimiento de ajedrez dentro de una novela política donde el Verde, el PT y el PRI han sabido acomodar las piezas, mientras PAN y Morena juegan a indignarse, aunque sin demasiada convicción.

Seamos francos, las resistencias no tienen que ver con la paridad ni con la causa social o feminista, sino con el miedo a perder control en un espacio estratégico. El PAN y Morena se atrincheran detrás de la bandera de la imparcialidad, advirtiendo que Sara Rocha no debe operar como opositora ni representar intereses partidistas desde la tribuna. Como si la presidencia del Congreso hubiera sido, alguna vez, un cargo ajeno a los cálculos partidarios. La exigencia es legítima, pero también un tanto ingenua. Pedir neutralidad en un puesto de poder político es como esperar que un chef no pruebe la comida que cocina.

La realidad es que Sara Rocha tiene lo que otros no; oficio, colmillo y la bendición de una alianza que garantiza votos suficientes. En ese terreno, la oposición queda reducida al papel de actor secundario que reclama, patalea y amenaza con escándalos en la tribuna, pero sin la fuerza para cambiar el guion. Y es ahí donde asoma la verdadera pregunta: ¿será Rocha capaz de transformar un nombramiento que ya se daba por hecho en un liderazgo institucional que valga la pena?

Yo veo dos caminos. El primero, que su presidencia se convierta en un mero ornamento, útil para que los partidos en el poder presuman inclusión y modernidad, mientras todo sigue igual. El segundo, más ambicioso y complejo, que use el cargo para marcar independencia, tender puentes entre bancadas y demostrar que no está ahí sólo como cuota, sino como árbitra real de un Congreso fracturado y lleno de desconfianzas.

Lo cierto es que, con la animadversión que ya despertó, estará bajo la lupa desde el día uno. Y ahí radica el verdadero desafío, pues más que ser presidenta, tendrá que ser creíble.

Así que sí, yo se los advertí: Sara Rocha sería la presidenta de la Directiva. Lo que está por verse es si su paso quedará como un capítulo más en el interminable drama de las cuotas y los amarres, o si, contra todo pronóstico, podrá escribir su propia historia dentro de un Congreso que, hasta ahora, es más a un escenario político que una institución al servicio de los potosinos.

Cavilaciones:

Primera: En el revoltijo que traen con el tema del adeudo a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), ya no se sabe quién picha, quién batea o si hay alguien que pueda cachar un asunto. El gobernador Ricardo Gallardo dice que no le deben. El secretario general, Lupe Torres, dice que sí. El auditor superior, Rodrigo Lecourtois, dice que no se deja esculcar y la Rectoría solo pide que le paguen ¿Acaso no hay gente de razón que atienda el entuerto?

Segunda: Ha trascendido que, al informe del gobernador Gallardo, el próximo 22 de septiembre, vienen diputados federales y senadores del Verde y de Morena. Entre ellos, Ricardo Monreal, coordinador de la bancada del partido guinda en San Lázaro. Hay quienes dicen que habrá una sorpresa para los asistentes ¡GPI! Dirían los muchachos de hoy.

Tercera: Ayer, concluyó la vida del Supremo Tribunal de Justicia como lo conocemos. Arturo Morales Silva cerró el último capítulo de esta historia con su informe de actividades. Morales Silva se va, pero se queda. Formará parte también del nuevo Poder Judicial. Por cierto, dicen que hay un movimiento para dar la bienvenida a los nuevos magistrados y no es nada lindo ¡Miau!

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