
La semana pasada, la Fiscalía General de la República (FGR) montó en San Luis Potosí un operativo al estilo de producción cinematográfica. Un cateo espectacular, elementos armados, un fraccionamiento exclusivo como escenario y, para cerrar con broche de oro, la narrativa de que el presunto responsable, Francisco Javier N, estaba vinculado a altos perfiles de la política y que suministraba equipo de espionaje a dependencias estatales. El caso, por supuesto, no tardó en escalar hasta la conferencia mañanera de Palacio Nacional.
Lo que pintaba como el golpe del año empezó a desdibujarse en tiempo récord y yo mismo, con mis garritas, les advertí que más allá del despliegue mediático, la FGR estaba dejando de lado delitos urgentes y a San Luis Potosí para concentrarse en un expediente que, al menos desde fuera, lucía más vistoso que sólido.
Y llegó la prueba. A unos días del show, la defensa de Francisco Javier N logró que un juez revirtiera la prisión preventiva oficiosa. Lo hicieron vía amparo con suspensión, forzando al juez a debatir si esa medida era necesaria y proporcional. Al final, el juzgador coincidió con la defensa; no había peligros procesales en el nivel que la Fiscalía pretendía. Resultado, el acusado salió de prisión, con otras medidas cautelares menos gravosas, mientras sigue vinculado a proceso por delitos contra la salud y posesión de armas de uso exclusivo del Ejército.
En otras palabras, la FGR consiguió una imputación formal, pero no pudo sostener la medida más restrictiva. Y eso, para un caso que se vendió como ejemplar y que generó tanto escándalo, es un golpe de imagen. No es lo mismo exhibir a un presunto culpable saliendo en libertad, que mantenerlo tras las rejas como trofeo de un operativo.
El bochorno crece si recordamos que parte del ruido mediático vino de un asunto familiar, un divorcio que terminó siendo ventilado y resuelto en los centros de justicia de La Pila. Un detalle atípico que abonó a la percepción de mezcla de temas y de exceso de espectacularidad.
Así, en menos de una semana, el expediente pasó de ser el operativo estrella a un recordatorio incómodo de que la justicia no se sostiene solo con armas largas, conferencias y titulares llamativos. Reitero, si el objetivo de la FGR era presumir músculo, el caso de La Loma terminó mostrando, más bien, un tropezón procesal y un mal cálculo político.
Cavilaciones:
Primera: Presidir la Directiva del Congreso del Estado es una posición codiciada por los diputados, sobre todo por aquellos que buscan notoriedad. El panista Rubén Guajardo abrió los manotazos en busca de la presidencia para el periodo de sesiones que inicia en septiembre. Tanto se alborotaron los legisladores que tuvo que salir el jefe de la JUCOPO, Héctor Serrano, a calmar las aguas. Cartuchos quemados, no por favor ¡Miau!
Segunda: En las altas esferas de la política mexicana se habla de un relevo en la Secretaría de Gobernación. La potosina Rosa Icela Rodríguez dejará su lugar al gobernador de Sonora, Alfonso Durazo ¿Apoco sí?
Tercera: Un pajarito, amigo mío, me dijo que el polémico Marilyn Manson llegará a San Luis Potosí con anticipación a su presentación del domingo en la FENAPO porque le interesa conocer el único lugar de México donde se presentará en su gira mundial One Assassination Under God (Un asesinato bajo Dios) y único sitio donde se reza con devoción para que se cancele su concierto ¡Que Dios reparta suerte!