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Elucubraciones: Recortes, pero sólo para los de abajo

Por El Gato Filósofo

En varios municipios de San Luis Potosí, los alcaldes han encontrado la fórmula perfecta para justificar su incompetencia administrativa; acusar recortes federales. Así, sin pruebas, sin documentos, sin más sustento que el clásico “son órdenes superiores”, varios ediles se han dedicado a advertir que no les alcanza ni para pagar la nómina de sus trabajadores.

Lo curioso es que mientras los trabajadores municipales, esos que sí dan la cara todos los días, los que barren las calles, operan los servicios, dan mantenimiento y cargan con la mala planeación, ven retrasados sus sueldos o simplemente no les pagan, los presidentes municipales siguen felices y campantes. Algunos incluso se pasean en camionetas nuevas, organizan bailazos y promueven su imagen como si fueran influencers en campaña.

Ejemplo claro, Xilitla. Ahí, el alcalde Óscar Márquez se ha vuelto especialista en aplicar la austeridad selectiva. Los sueldos de trabajadores operativos han sido retenidos por semanas, en algunos casos hasta por dos meses, y a otros se les han aplicado recortes descarados, justo a los que menos ganan, mientras que regidores y personal de confianza siguen cobrando puntualmente, viajando cómodamente y comiendo sabroso. El ajuste, como siempre, es para abajo, no para arriba.

Algunas fuentes cercanas al poder aseguran que, en efecto, hay recortes importantes ramos fundamentales, fondos que antes estaban a la completa disposición de los alcaldes, pero que, ahora, nomás no se ven. Eso puede ser, así ha sido siempre la 4T y, para colmo, basta con recordar que, en este año, la Federación está particularmente gastada como resultado de la farsa llamada elección judicial.

Lo más preocupante no es que los alcaldes o la Federación mientan, eso ya es costumbre, sino que lo hagan sin ningún rubor. Con una seguridad que sólo se entiende cuando se sabe que no habrá consecuencias.

Mientras tanto, los empleados municipales tienen que estirar lo que no tienen, aguantar los retrasos y escuchar cada quincena la misma cantaleta de que no ha llegado el recurso. Y si se atreven a protestar, les piden comprensión.

Al final, acusan los afectados, es un tema de maña. De la maña con la que inflan las nóminas, desvían recursos, amarran negocios, pagan favores y luego se hacen los sorprendidos cuando el dinero no alcanza. Es el viejo truco de gritar “¡nos recortaron!” para esconder que el verdadero tijeretazo lo dan ellos, en lo oscurito y con fines muy personales.

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