
En la Huasteca Potosina se respira un profundo malestar. Lo que debió ser un ejercicio democrático, transparente y comunitario para elegir a los comités que manejarán los recursos del Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social (FAIS), terminó convertido en una grotesca simulación orquestada por operadores políticos de la llamada Cuarta Transformación. A la cabeza del desorden: Mario Godoy, hermano de Ernestina Godoy, asesora jurídica de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum.
La presencia de Godoy en la región no fue casual ni técnica, mucho menos neutral. Llegó acompañado por representantes de la Secretaría del Bienestar y se movió con soltura entre alcaldes, delegados y operadores locales para imponer, a codazos, gritos y amenazas veladas, la integración de comités supuestamente comunitarios. Los pueblos, sin embargo, no son tontos (la misma 4T lo ha dicho en muchas ocasiones, aunque parece que no lo cree del todo), pues denunciaron desde el primer momento que no hubo consulta previa, ni respeto a sus usos y costumbres, ni legalidad alguna en el proceso.
La Ley es clara: el FAIS debe ser ejercido con base en diagnósticos participativos, bajo principios de justicia social, con enfoque de derechos, y especialmente, con respeto pleno a la autonomía indígena. Contradictoriamente, lo ocurrido en municipios como Aquismón demuestra todo lo contrario: los pueblos fueron convertidos, otra vez, en mercancía política. La voz de los verdaderos representantes comunitarios fue acallada por imposiciones diseñadas desde las oficinas de Bienestar y ejecutadas por alcaldes como Temo Balderas, quienes operaron con cinismo y descaro en coordinación con los representantes del Gobierno Federal.
Mientras tanto, el Gobierno del Estado yace dormido. La titular del Instituto de Desarrollo Humano y Social de los Pueblos y Comunidades Indígenas (INDEPI), Bernarda Reyes Hernández, brilla por su ausencia. Frente al abuso, eligió el silencio. Frente a la humillación de las comunidades, optó por la comodidad del escritorio. Nadie alzó la voz desde Palacio de Gobierno para frenar el atropello. La omisión también es violencia.
Lo más preocupante es que estas prácticas no son nuevas. Lo nuevo es que ahora se cometen en nombre de la Cuarta Transformación, con el emblema del pueblo como escudo, pero sin rastro de ética ni compromiso verdadero con los más pobres. Si el futuro del país está en manos de quienes repiten los peores vicios del pasado, entonces no estamos ante una transformación, sino ante una recicladora del poder.
El pantano de Mario Godoy no solo está hecho de lodo político, también de desprecio por la dignidad indígena. En ese fango se hunden las promesas del cambio.
Cavilaciones:
Primera: Apenas el jueves, se lanzó el programa Salud Casa por Casa y un nutrido grupo de jóvenes, presuntamente médicos y enfermeros, recorren algunos domicilios para evaluar el estado de salud de las personas. La mayoría, obviamente, no son médicos y tampoco enfermeros, nadie posee una cédula que acredite sus conocimientos y no traen medicinas con ellos. El programa es un relanzamiento de Morena para el 2027. Cada vez son más cochinos y trompudos los cuatroteros.
Segunda: Por los pasillos de la Secretaría de Finanzas corre un fuerte rumor que tiene que ver con una persona muy, pero muy influyente. Por sus delicados oficios, tiene que pasar todo aquel que quiere que le paguen pendientes. El personaje en cuestión es un coyote altamente efectivo; este felino ya lo ubicó. Pronto sabrán sus medidas y colindancias ¡Miau!
Tercera: En mesas de café se dice que, en el 2027, el eterno aspirante fallido a gobernador, Juan Ramiro Robledo, volverá a buscar ser candidato a gobernador. Dicen que, en realidad, piensa en eso porque está sumamente aburrido, arrumbado en una oficina en la Secretaría de Gobernación.