
Hace un par de semanas, el 28 de julio, publiqué en este mismo espacio una columna donde señalaba, con toda la delicadeza del caso, que entre el PRI de Sara Rocha y el Partido Verde había un coqueteo político más que evidente. Nada extraordinario. En política, las miradas cómplices suelen decir más que los discursos.
Pues bien, a raíz de aquella entrega, llegó a mi escritorio una carta “firmada” por la propia Sara Rocha… o al menos así lo afirmaba el membrete, porque la rúbrica brillaba por su ausencia. Sí, estimado lector; ni tinta, ni pluma, ni pulso. Un desmentido de autoría tan etérea que uno no sabe si creerlo o agradecerlo como obra de la inteligencia artificial aplicada al derecho de réplica.
En la misiva, la dirigente priista, o alguien que, en sus ratos libres, la representa, asegura que aquello del coqueteo es falso. Que son inventos. Que mi imaginación me juega malas pasadas, sin embargo, mientras las palabras se deslizan en papel oficial, los hechos caminan por otra vereda.
Lo que aquí ocurre no es un problema, aunque es claro que podríamos ahorrarnos tantos conflictos si el discurso y los hechos caminaran en la misma dirección. Curiosamente, aquí ocurre lo contrario, pues, mientras en las cartas se repite el “no hay nada”, en la práctica se construye una ruta común, con escalas estratégicas y acciones que coinciden de manera muy extraña.
Lo que aquí describo me recuerda la vieja escuela política: negar en público lo que se negocia en privado, y luego esperar que la memoria ciudadana sea tan breve como la nota roja de ayer. Yo, sin embargo, no tengo memoria tan breve y me acuerdo bien de que, además de haber sido compañeros en el Congreso de la Unión, han tenido largas y prolongadas reuniones en las que, además de gestiones administrativas, también se pudieron crear acuerdos y alianzas partidistas.
Tan buena es la relación que, en los pasillos del Congreso del Estado, cada vez suena más fuerte la versión de que Sara Rocha será la próxima presidenta de la Directiva del para el segundo año de trabajo.
Que quede claro, no es que uno quiera llevar la contraria a la dirigencia priista, firmada o ausente, pero la política no se alimenta de comunicados, sino de movimientos. Y los movimientos de Sara Rocha apuntan a un entendimiento con el Verde que, si no es coqueteo, es al menos una coreografía perfectamente ensayada.
Así que, por más que la carta intente disipar sospechas, sus líneas, carentes de firma, parecen más un guiño involuntario que una defensa contundente. Es como si al negar la relación, en realidad la confirmara, porque en política, estimado lector, el desmentido sin convicción suele ser la confesión más honesta.
Cavilaciones:
Primera: Francisco Javier N, el empresario acusado de tener un centro de espionaje en el residencial Club de Golf La Loma, detenido el 1 de agosto por la FGR y liberado días después, alista sendas demandas en contra de quienes afirmaron sin pruebas y sin confirmación oficial el supuesto bunker cuando, en realidad, enfrenta un proceso de divorcio. Francisco, como le dicen sus abogados, demandará por daño moral a quienes lo señalaron falsamente. El hombre quiere que sus acusadores en redes sociales y algunos medios de comunicación lo indemnicen con cifras estratosféricas. No, pues ¡Miau!
Segunda: El presidente municipal de Ciudad Valles, David Medina, se organizó una fiesta de cumpleaños por todo lo alto. Dicen que andaba loco de contento porque, además de muchos y buenos deseos de su familia y amigos, el gobernador Ricardo Gallardo le regaló un gran apapacho político luego del evento que le organizó para la entrega de útiles y uniformes escolares. Eso, nada más, para que los grillos no se anden confundiendo.
Tercera: México es el país que más gasolina consume, según la empresa Caravia y Asociados. Esa es la mala noticia. La peor, que es la más cara del mundo. La promesa aquella de AMLO de que se vendería en 10 pesos pasará a la historia como otra gran mentira del rancio líder morenista ¡Grrrr!