En el casi recién nacido municipio de Villa de Pozos, las cosas se mueven más rápido de lo que parecen. María Teresa de Jesús Rivera Acevedo, la primera presidenta del Concejo Municipal, estaría por dejar el cargo. La noticia, aunque todavía sin confirmación oficial, ya corre de boca en boca en el Congreso y en los pasillos del Gobierno del Estado. Y, como suele ocurrir en la política potosina, no faltan quienes juran que la salida ya estaba escrita desde hace tiempo.
De entrada, nadie ha explicado públicamente por qué Teresa Rivera se va. Lo que hay son conjeturas: desde el clásico desgaste interno y las fricciones con algunos concejales, hasta la teoría más obvia y más política; la de la sustitución pactada. Dicen que Rivera hizo su parte, cumplió con sentar las bases administrativas del nuevo municipio y, ahora, con el terreno más o menos allanado, el poder real quiere colocar a alguien con más peso político. La lógica es simple, un municipio en formación no se deja a la deriva y menos en año preelectoral.
El proceso, en apariencia formal y ordenado, tiene su toque de teatro legislativo. Rivera debe presentar su renuncia ante el Concejo, el cual notificará al Congreso del Estado, y ahí se designará a su sucesor o sucesora. Todo parece una operación quirúrgica: la diputada Martha Patricia Aradillas, del Partido Verde, ya solicitó licencia en el Congreso y su suplente rindió protesta. En política nada es coincidencia, y menos cuando los tiempos encajan tan bien. Todo indica que Aradillas se prepara para asumir la presidencia concejal de Villa de Pozos.
El movimiento tiene sentido dentro de la lógica del poder; el Verde busca consolidar su control en el municipio más nuevo del estado, un territorio con alto potencial económico y político, enclavado justo donde se expande la mancha urbana de la capital, pero la jugada también tiene riesgos. Porque si el mensaje que se envía es que la presidencia de Pozos se maneja como si fuera una curul rotativa, donde los cargos se cambian al gusto del partido, el daño a la legitimidad institucional será profundo.
Más allá de las formas, el relevo llega en un momento delicado. Villa de Pozos apenas empieza a definirse, su estructura administrativa es frágil, sus servicios públicos incompletos y su presupuesto todavía incierto. Cambiar de timón en plena travesía no es necesariamente un pecado, pero sí una apuesta arriesgada. Cada transición implica freno; contratos detenidos, proyectos suspendidos, prioridades que cambian. Y lo que el municipio menos necesita es otro paréntesis burocrático.
Si Teresa Rivera se va por cansancio, por diferencias o por decisión propia, merece reconocimiento. Ser la primera presidenta de un municipio recién nacido no es tarea menor, pero si su salida obedece a la necesidad política de mover fichas, entonces estamos ante el viejo vicio del sistema potosino; la costumbre de jugar con los cargos como si fueran piezas de un ajedrez que nadie fuera del tablero entiende.
A Martha Patricia Aradillas, si finalmente es designada, le tocará demostrar que llega para gobernar, no sólo para completar una coreografía partidista. Villa de Pozos no necesita operadores políticos, necesita autoridades que entiendan su complejidad y sepan administrarla con visión de largo plazo. Lo que está en juego no es un nombramiento más, sino la oportunidad de que el municipio más joven de San Luis Potosí empiece a escribir su historia sin tutelas ni experimentos.
Cavilaciones:
Primera: El SAT comenzará a poner marcaje personal a los depósitos en efectivo que cada persona pueda recibir en sus cuentas bancarias. Si usted recibe más de 15 mil pesos, podrá ser llamado para que pague impuestos. Este felino piensa que se pasan de mala onda.
Segunda: Javier Gutiérrez es, desde hace días, jefe de prensa del Poder Legislativo de San Luis Potosí. Se trata de un profesional de la comunicación, periodista de cepa y uno de los más valiosos empleados del Congreso local. Tiene una carrera más que consolidada en ese poder, así que se espera que tenga un buen desempeño en medio de una masa amorfa de jefes de prensa que sólo saben mandar boletines en chats restringidos para uso exclusivo de sus administradores.
Tercera: Las ofertas de «El Buen Fin» nos atacan por todos lados en busca de atrapar adictos a las compras. A como están las cosas, antes de comprar, hay que pensar ¡Miau!