Arnulfo Urbiola Román, el alcalde de Rioverde que, en algún punto, prometió desarrollo y progreso, ha terminado por protagonizar uno de los espectáculos políticos más absurdos y peligrosos de la Zona Media. Y es que su administración, más que en resultados, se ha sostenido en constantes actos de autoritarismo, agresiones y payasadas digitales con tufillo a populismo ramplón.
Urbiola, que ya fue priísta, hoy se mueve al ritmo del Verde y, desde ahí, busca consolidar una dinastía local. No contento con haber sido reelecto, ahora quiere heredarle la alcaldía a su esposa, Karina Quintero, como si el Ayuntamiento fuera una empresa familiar. Todo, por supuesto, aderezado con bailes, frases motivacionales y transmisiones en vivo en redes sociales que rayan en la autoparodia.
Mientras el alcalde hace TikToks y se disfraza de influencer, la realidad de Rioverde se ahoga en denuncias, violaciones a derechos político-electorales, hostigamiento a periodistas, desvíos millonarios y préstamos municipales con intereses de usura. Cómo olvidar aquella joya de auto-préstamo con tasa del 82% anual que Urbiola propuso como si el municipio fuese su tarjeta de crédito personal o la grosera agresión verbal en Cabildo a un regidor de oposición, a quien llamó “pedazo de idiota” por atreverse a cuestionar sus números. Y ni qué decir de aquella vez en que mandó a un grupo de jóvenes de un anexo a detener ilegalmente a Leobardo Guerrero en un evento de Claudia Sheinbaum. Muy demócrata, el alcalde.
Y si esto fuera poco, la Fiscalía General de la República le ha seguido el paso de cerca, con investigaciones por posibles operaciones con recursos de procedencia ilícita y delitos fiscales. A pesar de todo, él sigue creyendo que puede blanquear su imagen con videos y frases motivacionales mientras entrega costalitos de ayuda en eventos públicos donde el culto a la personalidad está por encima del bien común.
Lo más preocupante, sin embargo, no es su escaso respeto por las instituciones, sino la pasividad con que los poderes estatales y federales han permitido que su figura se fortalezca. En lugar de responder por sus excesos, parece que se le premia con espacio político, incluso dentro del bloque oficialista.
Arnulfo Urbiola ha convertido el gobierno de Rioverde en un vodevil de poder, en donde el fondo se ha perdido entre escándalos, nepotismo y una sobredosis de redes sociales. Lo triste es que mientras él juega a ser popular, el municipio pierde seriedad, rumbo y dignidad.
Así el asunto con el influencer de la capital del mundo.
Cavilaciones:
Primera: Por sí o por no, los antreros andan buscando fincas en el centro de la capital potosina para trasladar sus negocios. El centro no es buena idea para crear una zona de retozo, pero mientras son peras o son manzanas, las rentas que solían ser moderadas en la zona, comenzaron a subir como la espuma.
Segunda: Todo está listo para que comience la FENAPO. Se espera que la derrama económica sea de cinco mil millones de pesos. La expectativa es grande, así que este felino estará atento ¡Preparen sus mejores garritas y allá nos vemos! ¡Miau!
Tercera: Dicen que nadie sabe para quién trabaja. En Corcovada, se gestó un movimiento en defensa de las tierras donde pretendía instalarse una compañía minera. Inocentes y de buena fe, los dueños de las tierras se confiaron de Carlos Covarrubias, el eterno y próspero abogado de los comuneros de San Juan de Guadalupe que, por cierto, siguen siendo pobres. Pues parece que ese será el destino de la gente de esta comunidad tras la desgracia de caer en brazos de este leguleyo.
