¿Qué tan democrático puede considerarse un partido que se jacta de ser distinto a todos los demás, pero que a la hora de la verdad repite, con puntualidad casi religiosa, las mismas prácticas que tanto criticó en su origen? En Morena, parece que la respuesta es clara; depende de quién sea la beneficiaria.
El caso de San Luis Potosí es revelador. Rita Ozalia Rodríguez Velázquez, presidenta estatal del partido, logró lo que muchos militantes anhelan, pero pocos alcanzan: extender su permanencia en el cargo hasta octubre de 2027. Dos años más de control absoluto, dos años más de construir candidaturas a modo, dos años más de discursos sobre “democracia interna” mientras se blindan las puertas por dentro, dos años más de recoger cascajo y presumirlo como si fueran los mejores fichajes, dos años más de engañar al pueblo y a los militantes.
Claro, nada de esto podría entenderse sin mirar hacia el círculo familiar porque, aunque públicamente nadie lo reconoce, Rita Ozalia carga con un escudo invaluable: su hermana, Rosa Icela Rodríguez, nada menos que la secretaria de Gobernación del Gobierno de Claudia Sheinbaum. En un país donde la política se mueve más por parentescos que por méritos, lo mínimo que podríamos pedir es que no se burlen de la inteligencia ciudadana con discursos incoherentes.
El problema es que, además de prolongar su mandato, la dirigente tampoco tiene resultados que mostrar. Morena en San Luis Potosí viene de dos derrotas seguidas. La primera, en 2024, cuando Rita Ozalia fracasó como candidata al Senado y no se consiguió nada representativo si no es por el apoyo del Partido Verde, la segunda, en 2025, cuando todos sus candidatos cayeron en la elección judicial. Dos golpes consecutivos que evidencian su falta de liderazgo, de tacto y, sobre todo, de estrategia política. Lo suyo no es la construcción de victorias, sino la administración de derrotas con discurso triunfalista.
Lo más irónico es que, mientras la presidenta Claudia Sheinbaum levanta la voz contra el nepotismo, en los hechos, Morena lo ha convertido en su nueva doctrina. El apellido importa, la cercanía con el poder importa, el control familiar importa. Y si de paso hay que predicar austeridad y democracia participativa, pues se hace, pero solo en los mítines, nunca en los estatutos. Incoherencias en su máximo esplendor.
La permanencia de Rita Ozalia no es sólo un asunto local, es un espejo del partido en su conjunto, porque casos como este hay en otros estados de la República. Morena es un partido que encontró en la retórica del cambio una mina de oro electoral, pero que, en su operación cotidiana, se parece cada vez más a esos viejos dinosaurios priístas que juró enterrar. Al final, lo único que cambia es el color de la corbata y, en este caso, el apellido que abre las puertas.
Así que no nos sorprendamos si, en los próximos años, Morena en San Luis Potosí se convierte en una empresa familiar más que en un movimiento social. Total, la coherencia nunca ha sido requisito indispensable en la política mexicana.
Cavilaciones:
Primera: Elías Lixa Abimehri, coordinador de los diputados de Acción Nacional en la Cámara de Diputados, y Federico Döring, uno de los panistas más aguerridos, vienen a San Luis Potosí este sábado. Estarán en el primer informe de resultados del legislador potosino, David Azuara, quien quiere mostrar músculo político y parece que lo va a lograr.
Segunda: Dicen las malas lenguas que el abogado Marcos Joel Perea Arellano, nuevo consejero jurídico del Gobierno del Estado, anda buscando el cuerpo del fantasma que suele aparecer en Palacio de Gobierno. Dicen que le gustan las emociones fuertes ¡Miau!
Tercera: Ayer, reportaron algunos problemas en el sistema de transporte gratuito que presta el Gobierno del Estado conocido como MetroRed. Se trata de un servicio que, sin duda, es muy útil para la población. La titular de SCT, Araceli Martínez, atajó de inmediato el problema, lo reconoció y dijo que se trabaja en su solución. Este felino le pone una estrellita para doña Araceli.
