Hace apenas un año, Villa de Pozos se convirtió en el municipio 59 de San Luis Potosí. Tras ocho décadas de abandono como delegación, esta tierra olvidada finalmente recuperó su autonomía, y con ella, la esperanza de un futuro distinto. Al frente de este renacer se encuentra Teresa Rivera Acevedo, presidenta del Concejo Municipal, quien con determinación ha encabezado un esfuerzo notable: más de 90 obras y acciones concretas en infraestructura, educación, recreación y servicios públicos, construyendo no solo espacios, sino confianza y credibilidad.
Como suele suceder con todo proyecto de cambio, no faltan quienes buscan empañar la narrativa con críticas huecas y desplantes políticos. Durante la reciente sesión de cabildo en la que se presentó el primer informe de gobierno, tres concejales se retiraron para escenificar un acto de indignación: Maribel Lemoine, Dante Alan Carreón y Gaspar Méndez Ramírez. Lo que algunos podrían llamar protesta, otros, los que conocen la historia real, lo llamamos oportunismo político sin sustento.
Maribel Lemoine, por ejemplo, no posee autoridad moral ni política para criticar la gestión de Villa de Pozos. Mientras señala fallas desde la barrera, su historial reciente es de cobrar puntualmente la quincena sin devengar el concepto, además de constantes viajes al extranjero, desatendiendo las responsabilidades que el cargo le exige. Criticar la dedicación y el trabajo ajeno desde la comodidad de un asiento vacío y un pasaporte en la mano es, cuanto menos, irónico.
Dante Alan Carreón, por su parte, parece más interesado en simular actividad que en generar resultados tangibles. Cada pronunciamiento y cada gesto tiene el aroma de la precampaña anticipada, confiando en que cada queja levantada pueda traducirse en capital político para 2027. Mientras tanto, Villa de Pozos avanza con hechos, no con anuncios.
Y luego está Gaspar Méndez Ramírez, cuya actuación gris y discreta durante todo este primer año lo ha hecho prácticamente invisible. Su falta de iniciativas y de aportes concretos hace que sus críticas suenen a eco vacío; palabras sin obra que las respalde.
Frente a este coro de descontento sin fundamento, Teresa Rivera ha defendido con claridad y firmeza la autonomía recién conquistada de Villa de Pozos. No se trata de un proyecto personal, sino de un compromiso histórico con los habitantes que durante décadas vivieron la indiferencia de autoridades lejanas. Cada obra, cada acción, cada decisión es un paso hacia la consolidación de un municipio libre y próspero.
El contraste es evidente: mientras algunos buscan el protagonismo fácil, Rivera construye ciudad. Y en política, como en la vida, las obras pesan más que las quejas vacías. Villa de Pozos no necesita espectadores críticos ni caricaturas de regidores; necesita visión, constancia y liderazgo. Y hasta ahora, eso es exactamente lo que está recibiendo.
Cavilaciones:
Primera: Por fin, los panistas le están dando una manita de gato al edificio sede de la dirigencia estatal, ubicado en Zenón Fernández y Benigno Arriaga ¡Ya era tiempo! No puede haber dirigencia rica con partido como cuchitril ¡Miau!
Segunda: Roxana Herrera, secretaria de Formación Política de Morena en San Luis Potosí, se tuvo que tragar sus publicaciones en redes sociales para darle la bienvenida al huasteco, Gerardo Sánchez Zumaya. En diciembre del 2024, posteó: No nos equivoquemos, en política tiempo al tiempo, un hombre blanco privilegiado no creo que sea la mejor opción para un partido con reivindicaciones de izquierda. Tenemos una deuda histórica con SLP y no vamos a dar #Niunpasoatrás #Morenaslp. Ayer, dio la bienvenida a ese hombre blanco ¡Ternurilla! No tienen idea de lo que se trata ¡Miau!
Tercera: Este felino no es futbolero, pero es antiamericanista, así que suerte para el San Luis.