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Elucubraciones: El diputado pendenciero

Por El Gato Filósofo

Hay personajes que parecen salir de una caricatura política de mal gusto; gritan, acusan, señalan, y juran hacerlo en nombre del pueblo, pero, a la hora de la verdad, representan lo peor de la política mexicana: la intolerancia, el machismo y la soberbia disfrazada de valentía. En San Luis Potosí, ese papel lo interpreta con puntualidad el diputado Carlos Arreola Mallol, un hombre que ha hecho del arrebato su única propuesta y de la descalificación su herramienta más constante.

La más reciente escena (porque de eso se trata, de escena) fue su violento gritoneo contra dos de sus compañeras diputadas; la panista Aranza Puente y la priísta Frinné Azuara. Lo hizo con la prepotencia de quien confunde el debate con el insulto y con la arrogancia de quien se sabe protegido por el fuero. Así, mientras el Congreso debería discutir temas tan serios como la salud o los derechos humanos, Arreola prefirió exhibir su temperamento y su desprecio hacia las mujeres que no le aplauden.

No es un hecho aislado. Diversas fuentes, no pocas, lo describen como un hombre agresivo, intolerante, machista y misógino. Dicen también que carga con denuncias por violencia doméstica que no prosperan gracias a su investidura legislativa. Sus influencias en la 4T le sirven bien de escudo contra la justicia, sin ellas, la historia sería otra.

Y si algo explica la actitud de Arreola es su linaje político. Porque este diputado no llegó solo; es un nepobaby de cepa, heredero de una familia que ha hecho fortuna a costa del erario. Su padre, Carlos Arreola, y su tío, Jorge, tienen un largo historial de travesías burocráticas, primero como priístas y luego como asesores reciclados en distintas administraciones. Siempre cercanos al poder, siempre discretamente beneficiados, siempre en el lado cómodo de la nómina pública.

Arreola Mallol no es, pues, el nuevo rostro del morenismo en San Luis Potosí. Es el rostro viejo del priísmo reencarnado, con la retórica de la Cuarta Transformación como simple disfraz ideológico. Es la misma escuela del insulto y la soberbia que tanto daño ha hecho al debate político potosino.

De hecho, su estilo recuerda al del senador Gerardo Fernández Noroña, aunque sin la elocuencia ni la formación política del original. Arreola es una versión “de bolsillo”, un Noroña en chiquito, con la mecha corta, pero sin el fuego de las ideas. En él no hay convicción ni proyecto, sólo el impulso visceral de quien necesita gritar para sentirse importante.

Lo más grave, sin embargo, es el mensaje que deja. Si desde la tribuna se permite que un legislador violente verbalmente a sus compañeras, que convierta el Congreso en un campo de batalla personal y que use su cargo como muro de impunidad, entonces el daño no es sólo institucional, sino moral, porque cada vez que Arreola alza la voz para insultar, el Congreso calla por vergüenza. De hecho, celebro que Sara Rocha le pusiera un alto y miren que la diputada no es santa de mi devoción, pero hizo bien lo que le tocaba.

Sería deseable que Morena, el partido que se dice del cambio, entendiera que personajes como él no representan la transformación, sino la degeneración de la política, que más temprano que tarde, el poder que ostentan no alcanzará para esconder la violencia y que los potosinos recuerden quién usa la curul para agredir, no para legislar.

Mientras tanto, el diputado Arreola seguirá creyendo que es un rebelde, cuando en realidad no pasa de ser un eco ruidoso del viejo sistema que dice combatir. Y en eso, lamentablemente, sí ha logrado ser consistente.

Cavilaciones:

Primera: Anoche, los diputados aprobaron el Presupuesto 2026. Salud, seguridad y educación son los rubros más castigados. El Gobierno Federal dispondrá de 10 billones de pesos. Como era de esperarse, los legisladores de Morena y sus aliados sacaron adelante la propuesta sin cambio alguno. Panistas denuncian que la 4T ha aumentado la deuda externa en 20 billones de pesos en sólo siete años ¡Santo Dios!

Segunda: La abogada de la UASLP, Urenda Navarro, y el titular del Instituto de Fiscalización Superior del Estado, Rodrigo Lecourtois López, debatieron sobre la fiscalización de los recursos. Los juristas protagonizaron un agarrón en el noticiero de la periodista Erika Salgado. Los argumentos de ambos tienen validez, pero, al menos, en este encontronazo, Urenda acudió mejor preparada. Estrellita para ella.

Tercera: “Debo, puedo y quiero” es la serie que proyecta la vida de Juan Gabriel. Se puede ver en la plataforma de Netfilx. Si quieren un détox de tanta violencia y grilla, preparen una buena botana ¡Lléguenle! ¡Miau!

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