
Ya estamos contrarreloj y, ante el caos que prevalece, los operadores políticos han tenido que recurrir a toda clase de estrategias para garantizar que la elección judicial del próximo domingo 1 de junio les salga como quieren, así que, con total descaro y aprovechando que la ley que rige este proceso es un remedo de legislación, se han dado a la tarea de distribuir «acordeones» para que la gente sepa «por quién votar» o, lo que es lo mismo, le están diciendo a los ciudadanos quiénes son los perfiles a quienes se debe apoyar.
Una práctica de este tipo sería impensable en otras condiciones, pero hoy es una realidad. Muchos ciudadanos recibieron en sus propias casas las famosas acordeones que se dieron a la tarea de distribuir los acomedidos, muchos de ellos subsidiados por nóminas públicas. Así, de la nada, ya le estaban diciendo al electorado cómo y por quién votar. Espacio para las dudas o los titubeos no hay.
Algunas versiones que se dieron a conocer en estos días aseguran que Morena, el partido más interesado en que esta simulación sea exitosa, contrató a cientos de volanteros a quienes pagó 100 pesotes por cada millar de acordeones que distribuyeran. Lo cierto es que este hecho no garantiza que los ciudadanos votarán, justamente, en el sentido en que se les está ordenando. Quienes sí, no tienen de otra, son los trabajadores de todas las instituciones públicas; la orden fue clara, no sólo debían ir a votar, deben demostrar que votaron perfiles afines a la 4T.
En el ámbito federal, personajes como Ricardo Monreal y Gerardo Fernández Noroña intentan minimizar el agravio y aseguran que no es delito el uso del acordeón al grado de que llevarán la propia a la urna para no fallarle. En San Luis Potosí, a muchos alcaldes no sólo se les dio acordeón, se les está pidiendo un mínimo obligado de votos. Quien no cumpla, deberá atenerse a las consecuencias.
Hay un caos en este tema y la manera en que las autoridades se han entrometido empeora la situación. Los ciudadanos, más que convencidos de votar por el beneficio que representaría para la vida pública de México, se muestran asqueados de lo que está sucediendo.
Cavilaciones:
Primera: El Parque de Morales está muriendo y a nadie parece importarle. Víctima de disputas políticas, el espacio agoniza lentamente. Los ecologistas mantienen un litigio que impide atender los árboles. Pese a que hay, en el sitio, un pozo del que constantemente sacan agua en pipas, al parque no le dan ni un traguito ¡Miau!
Segunda: Hay, por lo menos, tres clínicas de atención básica que están en el limbo. Nadie se quiere hacer cargo de ellas. Un ejemplo claro es Ollerías en Matehuala. El personal ya no sabe qué hacer porque ni la Secretaría de Salud ni los Servicios de Salud atienden sus necesidades. No cabe duda, si algo ha hecho el morenato, es destruir el sistema de salud.
Tercera: Tras el escándalo ocurrido la noche del miércoles en el bar El Despacho, siempre abarrotado por estudiantes de las facultades de Derecho y Contaduría y Administración, fue clausurado. El asunto pone de nuevo sobre la mesa de discusión la impunidad e irregularidad con que funcionan bares, cantinas, antros y demás centros de diversión.