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El arte ha sido mi vida: Conny Serment

Por Juan Carlos González Islas

Una decana de la docencia artística es la maestra Conny Serment. Con más de cuarenta años inmersa en la disciplinas de las artes visuales. Su aportación dentro de la pintura que ofrece el Instituto Potosino de Bellas Artes la convierte en un referente obligado. Con decenas de alumnos en su trayectoria, su influencia en el talento de San Luis Potosí es innegable.

Fue alumna de Raúl Gamboa, Raúl Zavala, Sergio Portillo, Jerónimo González y Martha García. Fue el maestro Gamboa quien posteriormente la impulso para ser maestra de pintura de traslado. Su formación la llevo a realizar diversas exposiciones individuales y colectivas. El amor por el arte se ha convertido en un eje primordial en su vida.

En entrevista exclusiva para Código San Luis, la maestra Conny Serment detalla cómo ha transitado su vida en las aulas del Instituto Potosino de Bellas Artes. La cotidianidad de vivir entre pinceles y lienzos, así como la sencillez que la caracteriza la ubica entre las grandes maestras de las artes visuales de San Luis Potosí.

UN ORGULLO Y UN HONOR FORMAR PARTE DEL IPBA: CONNY SERMENT

La maestra Conny Serment aseguró que era un orgullo y un honor haberse formado en el Instituto Potosino de Bellas Artes. “Comencé desde el año 1982. Empecé como estudiante tomando todas las clases, todas las técnicas, historia del arte, y muchas cosas que son fundamental para un artista”.

“Ya cuando comencé a pintar y tuve un lenguaje propio a los cinco años de haber entrado, entonces tuve mi primer exposición individual y desde entonces he seguido pintando. He tenido varias exposiciones aquí, así como en varios lugares de la Republica. He tomado otros cursos y durante cuatro años acudí a Guanajuato a tomar un curso de técnica avanzada de pintura con Luis Nishizawa”.

“Siempre nos traían maestros de la Ciudad de México y de otros lados aquí al Instituto a darnos clases, que también todos los tomábamos. Todos muy interesantes y relacionados con las artes plásticas. Ha sido una formación muy completa. He incursionado también en grabado, lo único en lo que no he incursionado ha sido en escultura. A partir de 1986 comencé a dar clase y hasta la fecha, ahorita estoy en el taller de dibujo con mi compañero el maestro Juan Carlos Martínez, estamos ahí los dos, prácticamente el arte ha sido mi vida y seguiré hasta cuando pueda”.

LA DOCENCIA Y SU COMPROMISO

Al recordar cómo fue la transición de alumna a maestra, Conny Serment señaló. “Fue el maestro Raúl Gamboa quien lo decidió. Yo todavía estaba pintando y tomaba los cursos. El maestro Gamboa todos los días recorría todos los talleres para ver cómo se iba trabajando. Él veía como trabajaba cada quien, nos daba instrucciones, nos regañaba. Era excelente el maestro Gamboa, tenía mucha visión para ver quien tenía la posibilidad de lograr algo. Él nos fue caminando y corrigiendo, y un día me dijo que comenzará a dar clases en el taller acompañando al maestro Sergio Portillo, que es hasta ahora el maestro de pintura de traslado, empecé ayudarle ahí”.

“Así comencé a dar clases, posteriormente después de varios años, me pasaron al taller de dibujo con el maestro Raúl Zavala que ya no está con nosotros, luego también al maestro Juan Carlos Martínez, que también era alumno, lo pusieron junto conmigo a dar esa clase”.

ES MEJOR UN ARTISTA PARA DIRIGIR UNA ESCUELA DE ARTE: CONNY SERMENT

Al tener más de cuarenta años dentro del Instituto Potosino de Bellas Artes, la maestra Conny Serment ha tenido la oportunidad de observar el trabajo de los directores que han dirigido a la institución.

Con respecto a este tema, se le cuestionó a la maestra Serment que es mejor para una escuela de arte como el IPBA, si un artista o un administrador. A los cual respondió: “Es mejor un artista. Entiende más al alumno, se puede compenetrar más con los maestros, porque puede hablar por todos nosotros y explicarnos, decirnos o corregirnos y nos entendemos.

“Tiene que ser un artista de prestigio, por ejemplo el maestro Gamboa, era muy estricto. Él cualquier falla nos decía, nos regañaba, a veces entraba al taller por ejemplo y decíamos ahí viene el maestro Gamboa y luego empezaba a platicar, recorría todos los cuadros y cada obra la corregía, la observaba como iba avanzando, Si tenía tiempo, se sentaba y empezaba a platicar cosas de su vida ,de sus vivencias, como empezó. Era muy ameno, todos dejábamos de pintar y nos sentábamos alrededor de él y escuchar todas sus pláticas que eran muy instructivas y también tenía muy buen sentido del humor. Era muy padre”.

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